Patricia Pizzurno escribió un artículo que apareció en la publicación Canto Redondo, “ especializada en temas de patrimonio”, que publicaba anualmente el Patronato de Panamá La Vieja y al cual tituló: Hoteles emblemáticos de Panamá, un siglo de renovación de la oferta hotelera entre 1850 y 1950.
Allí ella hablaba “de la actividad hotelera y gastronómica” en las ciudades de Panamá y la de Colón, que se vio activada por la gran cantidad de europeos y estadounidenses que se vino a laborar en la construcción del Canal, así como por la fiebre del oro.
La construcción del inolvidable hotel Tívoli, en Ancón en 1906, y del Washington, en Colón en 1913, vino a reemplazar afortunadamente la abundancia de pobres alojamientos que fueron ocupados no solo por empleados de la zona, sino por turistas y otros exclusivos trabajadores que llegaron hasta acá.
Hoy la industria hotelera goza de mejor salud y se ve colmada por hoteles también en las playas, en los sitios frescos por los altos y en donde se puede pasar muy bien.
El Grand Hotel fue uno de los primeros hoteles, que aun cuando modesto ya sobresalía. Quedaba en una esquina de la Plaza de Santa Ana con la Avenida Central de esta urbe capitalina.
Y allá va la frase de hoy: “Dos tragedias hay en la vida, una, no lograr aquello que ansía el corazón y la otra es lograrlo”. (George Bernard Shaw)
