En una sociedad como la nuestra, ¿qué tan frecuente y comúnmente se observan estas conductas en los panameños? ¿Con qué frecuencia nosotros deseamos el fracaso y el infortunio del panameño de al lado? ¿Es normal hoy manifestar el odio de manera pública o privada contra los oriundos de otras provincias, ya sea Chiriquí, Colón, Darién, Los Santos, etc.? ¿Es más fácil y cómodo para los panameños optar por destruir en lugar de construir? ¿Será posible que estas conductas (y otras) sean las que mantienen a nuestro país en el insurgimiento, la desventaja y el subdesarrollo? ¿Serán las otras sociedades iguales a la nuestra, en este sentido? ¿Habrá relación entre estas conductas y el coeficiente intelectual de nuestros asociados?
El subdesarrollo es consecuencia de nuestras debilidades. Solo Dios sabe por qué tantos panameños son tan asiduos y afines a esas múltiples debilidades: la fobia hacia el éxito ajeno, los medios de comunicación que muy preferencialmente exponen la noticia negativa y hasta maliciosamente inventada o alterada, el partidismo político cada vez más marcado y dañino, la ausencia de valores en el individuo de todas las esferas sociales, particularmente la ausencia de la honradez y el honor, el "juega vivo" como cultura común y muy transmitida de generación en generación, igualmente la costumbre de ensuciar las calles y contaminar insensiblemente el medio ambiente, la quema anual de nuestro país por parte de los mismos panameños, la promoción del individuo mediocre en el ámbito laboral, y el opacamiento de quienes por sus méritos y valores merecen ser promovidos. La cultura de "la rosca" muchas veces auspiciada por las altas gerencias, aun cuando es elemental que dicha forma de gerenciar es un cáncer destructivo y altamente desmotivador en la organización que nos da de comer. El clientelismo y el amiguismo, la debilidad ante la corrupción, la habilidad prodigia de poder identificar los errores de los demás y al mismo tiempo la imposibilidad de poder observar los de sí mismo y los de su agrupación política. El feminismo desmedido y ya institucionalizado. El no menos presente machismo. La avaricia infame al congelar proyectos vitales de desarrollo masivo en espera de un supuesto cambio de tolda política en el poder.
Todas estas debilidades y otras más son las que no nos dejan crecer y, en el peor de los casos, nos hacen más chiquitos, más subdesarrollados; además nos obligan a vivir en una sociedad cada vez más difícil y más violenta.
Mi madre nació en Tolé, un pueblo gentil y trabajador que marca la diferencia entre ser humilde y ser desidioso. Su padre nació en Remedios y llegó a Tolé como consecuencia de su vivencia; ésta muy llena de valores, de experiencia, de madurez y de trabajo honrado, y enmarcada en una época en la que los buenos valores abundaban (aun cuando los malos ya empezaban a incubarse). Mi abuela, también oriunda de Tolé, fue una mujer valiente y honorable que supo, siempre junto a su esposo, sacar adelante a sus 10 hijos. Por ello, no es extraño que mi madre y sus hermanos (mis tíos) sean personas muy conocidas hoy, y que han trabajado muy duro por toda una generación en favor no solo de sus hijos, sino también por el desarrollo y el beneficio de nuestra nación y de las generaciones por venir (en el caso de mi madre, en el campo de la educación y la cultura). De la misma manera se han destacado muchos panameños emprendedores y honorables que tienen la dicha de poder reclamar como su tierra de origen a esa provincia tan valiosa, noble y generosa que se llama Chiriquí.