En los pueblos apartados de nuestro país hay unas figuras públicas que representan la ley, se trata de los conocidos jueces municipales. Estos, aunque representan en el Órgano Judicial la figura más baja en la cadena de jueces, cuentan con un gran poder, inclusive, superior al de los jueces superiores.
Este poder los ha llevado a explotar su posición privilegiada en beneficio propio, abusando de los ciudadanos a su antojo y conveniencia. Sí, así mismo como lee, estos señores todopoderosos, no representan ninguna ley escrita o que se enseñe en las aulas de la Facultad de Derecho, o la que predican nuestros señores magistrados de la Corte Suprema de Justicia, ellos hace la ley basados en el beneficio de sus intereses económicos.
Me pregunto ¿Cómo es posible que estos señores, todopoderosos jueces municipales, hagan y deshagan sin ser separados o destituidos de sus cargos?
Los jueces municipales, por lo general, trabajan en pueblos pequeños y alejados, en donde todos los individuos se conocen. Eso los ayuda a establecer lazos amistosos con los jueces de circuitos, que son sus superiores inmediatos. Lo mismo sucede con los señores fiscales, en esos pueblos solo hay dos fiscales o, en el peor de los casos, uno.
Esta realidad y la inexistencia de un mecanismo efectivo de denuncia directa a la Corte Suprema de Justicia en Panamá, ha propiciado que los jueces municipales naden en un mar de corrupción y delincuencia, sin que nadie les pueda poner un alto, y que en el interior del país tengamos que lidiar con esos abusos y corrupción.
Aún recuerdo las palabras de mi paisano Harley Mitchell, al ser nombrado magistrado presidente de la Corte Suprema de justicia, cuando pregonaba que trabajaría arduamente para erradicar la corrupción en el sistema judicial del país.
Solo fueron palabras del momento, porque nuestros jueces superiores y magistrados nunca le han dado importancia a lo que sucede en el interior del país, al punto de que desconocen las quejas y denuncias ciudadanas.
Cuando un ciudadano viaja a la ciudad en busca de justicia, es porque las autoridades del pueblo han fracasado en esa labor. Es necesario que entiendan esto. Comiencen por escuchar y atender a panameños como yo, quienes en busca de soluciones hemos tenido que recurrir a ustedes, porque la justicia no existe en estos lugares.
Señores magistrados, ya es tiempo de que combatan estos problemas, con mano fuerte y sin ningún tipo de consideraciones especiales a estos funcionarios; recuerden que de ustedes y de los ciudadanos responsables depende que se haga una verdadera justicia en nuestro país.