Una de las tareas importantes de la historia es mantener en las memorias de los pueblos los hechos trascendentes y las actuaciones heroicas de los hombres comprometidos que con objetivos claros de reivindicación social y nacional se empinaron por sobre las adversidades para contribuir con la construcción de una sociedad que fuera justa, equitativa y democrática.
La década de 1960 asistió a importantes acontecimientos, cuyas naturalezas, nacionalistas, populares y políticas, le dieron una especial connotación, las que fueron informando eficientemente la conciencia de la población panameña. En enero de 1964, el pueblo panameño, liderado por el movimiento estudiantil, escribió páginas gloriosas en la lucha por los derechos soberanos del istmo en la ocupada Zona del Canal por los norteamericanos. La inmolación principalmente de la juventud estudiosa fue con sangre y vidas.
Dos años después, el 6 de junio de 1966, se dio uno de los sucesos de mayor impacto en la historia social y política panameña. Precisamente en medio de las peores condiciones de vida, la sociedad panameña en general y la colonense en particular transitaban por niveles sentidos de pobreza, analfabetismo, desempleo y descomposición social. De manera que las condiciones objetivas para cualquier desenlace estaban a flor de piel. La oligarquía, por su parte, en su lógica anticomunista, arbitraba mecanismos de persecución en contra de los movimientos populares.
El 3 de junio de 1966 se llevaron a cabo las honras fúnebres del estudiante Juan Antonio Navas Pájaro, quien fue encontrado muerto en lo que se conoce como el “Corredor”, el 31 de mayo de ese año. El gobierno del entonces presidente Marco Robles acusó del asesinato a dirigentes populares, entre ellos Félix Dixon y Rolando Sterling. No obstante, la población convencida de lo contrario, indicó con alguna propiedad al entonces instrumento gubernamental de represión, el Departamento Nacional de Investigaciones (Deni). Esto creó todo un ambiente de tensión, lo cual fue madurando las acciones populares reclamadoras de justicia.
Luis Navas Pájaro escribe que: “El lunes 6 de junio una manifestación pacífica de estudiantes secundarios dirigidos por la Asociación Federada del Colegio Abel Bravo se dirige a las oficinas del Deni para exigir la entrega de los asesinos de Juan.
Sale la Guardia Nacional a disolver la manifestación estudiantil, y en sitios distantes a ella, asesinan a los estudiantes Carlos Mathews y Elvira Miranda, posteriormente la niña Damaris Gallardo falleció afectada por los gases lacrimógenos… Estas muertes desbordaron la ira del pueblo que de manera espontánea arremete contra los edificios públicos… El gobierno del presidente liberal Marco Robles se siente acosado y decide conjurar el supuesto peligro subversivo de los comunistas panameños”. Lo que siguió fue el caos, el encarcelamiento de dirigentes populares, el levantamiento de la población, incendio de edificios y represión policial. El pueblo dio una lección. Luego, en 1968, un golpe de Estado militar cierra traumáticamente una década de sobresaltos, de injusticia y de crisis.
