Reconozco de antemano que este escrito podría ser muy controversial, sobre todo en el mundo médico donde el Juramento Hipocrático ha calado profundamente en nuestras vidas desde que iniciamos la carrera de medicina. Sin embargo, con el pasar de los años y con los grandes cambios que ha experimentado la profesión médica, creo necesario hacer un alto y reflexionar sobre el verdadero papel de este juramento.
Esta reflexión la sustento en que la figura del médico ha cambiado para la misma sociedad, ya no es el hombre o la mujer que emana un poder casi divino basado en sus conocimientos sobre la salud y la enfermedad. Es una profesión más, como cualquier otra y está sujeta a las mismas situaciones. Son ya muy conocidas las frases de "maleantes", "mafia blanca" y otros adjetivos poco agradables hacia los miembros de la profesión, algunos dirán que son merecidos otros no, pero lo importante es el concepto general que tiene la población sobre la figura del galeno. Esto es un hecho mundial, no solo de Panamá.
En mi opinión el Juramento Hipocrático es totalmente obsoleto, imagínese en pleno siglo XXI jurar en nombre de dioses y diosas, de mitología, de pasar el conocimiento solo de hermano a hermano, de padre a hijo, pero lo peor de todo es que no se cumple, porque no es más que un ritual al momento de la graduación. Los médicos no somos dioses ni nada que se le parezca, por lo tanto estamos sujetos a las mismas presiones que el resto de la población y el comportamiento será bajo las mismas circunstancias. Es decir, queremos para nuestros hijos lo mejor (esto implica que no estudien medicina, lo que contradice el Juramento Hipocrático), debemos ser ejemplo para la sociedad, pero de manera gratuita, estamos sujetos a demandas civiles y penales, al alto costo de la vida, presiones sociales y un largo etcétera. Por estas razones creo que es prudente, lógico y preciso que de ahora en adelante a los estudiantes y futuros médicos se les impartan los sabios consejos de Esculapio, en vez de un juramento que es un adorno en la agenda o programa del día de la graduación y mantiene al profesional como rehén de la sociedad por el resto de su vida.
Entre esos consejos se menciona: ¿Quieres ser médico, hijo mío? Aspiración es esta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia. ¿Deseas que los hombres te tengan por un dios que alivia sus males y ahuyenta de ellos el espanto? ¿Has pensado bien en lo que ha de ser tu vida? La mayoría de los ciudadanos pueden, terminada su tarea, aislarse lejos de los inoportunos; tu puerta quedará siempre abierta a todos; vendrán a turbar tu sueño, tus placeres, tu meditación; ya no te pertenecerás.
No podrás ausentarte, ni estar enfermo, tendrás que estar siempre listo para acudir tan pronto como te llame tu amo. ¿Tienes fe en tu trabajo para conquistarte una reputación? Ten presente que te juzgarán no por tu ciencia, sino por las casualidades del destino, por el corte de tu capa, por la apariencia de tu casa, por el número de tus criados, por la atención que dediques a las charlas y a los gustos de tu clientela.
Los habrá que desconfiarán de ti si no vienes del Asia; otros si crees en los dioses; otros si no crees en ellos.
¿Te gusta la sencillez?, habrás de adoptar la actitud de un augur. ¿Eres activo, sabes qué vale el tiempo?, no habrás de manifestar fastidio ni impaciencia; tendrás que aguantar relatos que arranquen del principio de los tiempos para explicarte un cólico.
No te será permitido dudar nunca, si no afirmas que conoces la naturaleza de la enfermedad, que posees un remedio infalible para curarla, el vulgo irá a charlatanes que venden la mentira que necesita.
No cuentes con agradecimiento: cuando el enfermo sana, la curación es debida a su robustez; si muere, tú eres el que lo has matado. Mientras está en peligro te trata como a un dios, te suplica, te promete, te colma de halagos; no bien está en convalecencia ya le estorbas; cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado, se enfada y te denigra.
Piénsalo bien mientras estás a tiempo. Pero sí, indiferente a la fortuna, a los placeres, a la ingratitud; si sabiendo que te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma lo bastante estoica para satisfacerte con el deber cumplido sin ilusiones; si te juzgas pagado lo bastante con la dicha de una madre, con una cara que sonríe porque ya no padece, con la faz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte: si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino, entonces hazte médico hijo mío.
Esculapio: nacido en el año 1 antes de n.e. Fue un médico griego, nativo de la antigua Bitina en Asia Menor. Fue profesor de oratoria en Roma (donde se le conoce como Asclepio), pero más tarde se graduó de físico y se dedicó a la práctica de la medicina. En la época actual es reconocido internacionalmente y se le rinde culto en el emblema de la medicina. Como es conocido el emblema está representado por una imagen donde se puede ver una culebra(culebra de Esculapio) arrollada en torno a la vara que sirve de símbolo. Este reptil europeo es inofensivo, de color pardo por la cara dorsal y amarillo o blanco por la cara ventral. Habita en España y en parte de Europa.
Los consejos de Esculapio son preventivos, el Juramento Hipocrático no.