La guerra civil en Sudosetia, que duró hasta 1992, costó alrededor de 10 mil vidas. En tal ocasión, Georgia no quería dar la región de Osetia del Sur por perdida, ni tampoco a Abjasia. Ello explica por qué Mijail Saakashvili, presidente georgiano, al favorecer el retorno de los suyos a estas regiones, logró alzarse con el triunfo electoral.
La cuestión oseta y de Abjasia es tan delicada que interfiere seriamente con el ingreso de Georgia a la OTAN, el cual solo será posible si Tbilisi logra controlar los conflictos territoriales en el país. Con la mira puesta en salvar ese obstáculo y llegar a la próxima reunión de la OTAN en diciembre, con el conflicto resuelto, el Presidente georgiano en su última partida, decidió apostar alto al invadir a Osetia del Sur.
De acuerdo a Tbilisi, los rusos se mantendrían al margen del conflicto y los estadounidenses apoyarían a su país. Prima facie, las cosas aparentemente no salieron como se planearon, pues se cometieron errores de cálculo. En efecto, en el ataque georgiano a la capital oseta, Tskhinval, sin cobertura mundial mediática por cierto, fueron abatidas alrededor de mil 600 personas y 18 pacificadores rusos, lo que trajo como consecuencia que el Kremlin, manu militari, ripostara de manera desmedida con alrededor de 6 mil soldados en defensa de los habitantes de Osetia del Sur.
Por su parte, Washington, aún se contenta con exigir el respeto a la integridad territorial de Georgia. Paralelo a lo anterior, es evidente que si la guerra se reanudara, se pondría en peligro el transporte del petróleo a Europa, que se trasiega a través de Georgia desde el Mar Caspio (Azerbaiyán) hasta Turquía, y de allí al Mar Mediterráneo (oleoducto, Bakú–Tbilisi–Ceyhan–BTC ).
Es evidente que la solución que se dio en Kosovo sigue gravitando en el espacio postsoviético y en la propia Federación de Rusia, donde vive alrededor de un millón de georgianos, pues así como lo hizo la región moldava de Transnistria, que votó en 2006 en un referendo su voluntad de separarse de Moldova y unirse a Rusia, también lo podría hacer Crimea en Ucrania ¿Y si Rusia los apoyara?
Basado en lo ocurrido, es posible hacer algunas reflexiones. Una, ¿Hasta qué punto se ha valorado el hecho de que la acción de Saakashvili fue debidamente planeada, a objeto de superar los magros acuerdos que sobre el ingreso de Georgia se alcanzaron en la cumbre de Bucarest? Dos, ¿La supuestamente “loca” y “unilateral” acción militar de Tbilisi en Osetia Meridional, realmente fue un acto fríamente calculado? Obsérvese, que horas antes del ataque de Georgia a Osetia, Estados Unidos y Georgia concluyeron ejercicios militares conjuntos, y cuando se anunció en televisión que las tropas georgianas habían invadido Osetia del Sur, Saakashvili fue filmado con la bandera de la Unión Europea (sic).
En otras palabras, todo indica que el acto se ejecutó, precisamente, para provocar una torpe reacción militar de Moscú y así favorecer un vuelco en la opinión pública polaca, de manera que se acelerara la firma, tal como se dio, del Acuerdo sobre el escudo antimisiles con Polonia. Tres, ¿Sería acaso posible que la acción de prender el polvorín del Cáucaso, se hiciera con el objeto de favorecer al candidato “mano dura” de la Casa Blanca, John Mc Cain, quien al apoyar a la “indefensa” Georgia, incrementaría las ínfulas patrióticas de la población estadounidense?
Contrario a lo esperado, la acción ha permitido que Moscú propicie un golpe de timón, al reconocer la independencia de Abjasia y Osetia Meridional, con los argumentos de que ello evitará que Georgia intente recuperar militarmente esas regiones, sumado a la ventaja de que el Kremlin firme ahora Acuerdos de cooperación militar con esos dos nuevos “Estados”, dando cobertura legal a la presencia de las tropas rusas en sus respectivos territorios; y lo más importante, que ello abre el camino a la futura anexión por parte de Rusia de las dos provincias.
Sin ánimos de que se me acuse de rusófilo, pues disto mucho de ello, debido a mi posición en relación a Moscú sobre el conflicto checheno; no creo equivocarme al preveer que tal manejo por parte de las actuales autoridades estadounidenses de las relaciones con Rusia, indefectiblemente terminarán por salírseles de las manos, al punto de que el problema no solo se limite a la suspensión de su participación en el Tratado de Armas Convencionales en Europa o la congelación de la cooperación Rusia–OTAN, sino que Rusia no se sume a las nuevas rondas de sanciones contra Irán y peor aún, si se prosigue con el perfeccionamiento del apoyo logístico terrestre, al supuesto inexpugnable, escudo antimisil; los incentivos para potenciar una nueva carrera armamentista (misil intercontinental Topol M), se incrementarán, amén de que se revalorice el uso del espacio ultraterrestre, como escenario de futuros enfrentamientos bélicos.
