El bienestar social está compuesto por muchas aristas, un Estado social contemporáneo debe garantizar servicios públicos de calidad, con orientación particular hacia el bienestar, desarrollo y libertad de sus ciudadanos. Una rama central de esa política parte por la seguridad social, misma que está provista por la Caja de Seguro Social (CSS), y sus sistemas de aseguranza y pensión en Panamá.
Actualmente, el Subsistema de Beneficio Definido (SEBD) conocido popularmente como Sistema Solidario, presenta un déficit de 65 mil millones de dólares, según el último informe actuarial de la Caja. Un déficit impagable e insostenible, dos términos afines al mismo modelo financiero que sostiene este sistema. Una crisis que se ve exacerbada por la politización de la institución, la evasión fiscal, la ineficiencia en la gestión institucional, baja recaudación por la pandemia y una cantidad innumerable de problemas que padecen los asegurados, un eufemismo para personas que no tienen ninguna garantía de servicios de atención médica de calidad, acceso a medicamentos y finalmente jubilación, a pesar de cotizar toda su vida en la CSS.
El SEBD es incapaz de proveer garantía pensional a sus cotizantes, porque se sostiene a través de una lógica intergeneracional, y no individual, donde las nuevas generaciones financian las jubilaciones de generaciones pasadas. Este sistema pone una carga fiscal sobre los nuevos cotizantes, particularmente en la juventud, que debe asumir dicha responsabilidad entorno a la gestión del déficit que se presenta en la medida en que se jubila a personas, es decir, reorienta fondos elevados hacia los jubilados, y desdibuja la seguridad social de los nuevos cotizantes.
En el pasado, los regímenes especiales de jubilación para ciertos funcionarios públicos creados por la dictadura militar generaron los mismos resultados que padecemos con el Sistema Solidario, lo que nos hace inferir que este sistema está predestinado a fracasar cada cierta generación, o precisamente, implosionar de manera natural después de ciertos años de funcionamiento.
Por otra parte, el Subsistema Mixto, creado por la Ley 51 del 27 de diciembre de 2005, incorpora un nuevo sistema pensional individual, cuya premisa básica es la recaudación de fondos a través de una cuenta personal de cada cotizante, y únicamente sometida al comportamiento del Mercado, y el comportamiento tributario de la persona.
Este es un avance significativo porque garantiza la sostenibilidad financiera de este Derecho Humano gestionado por el Estado, también debemos considerar que la CSS asegura un 80% de la población panameña, lo que maximiza la calidad del servicio público. Además, este subsistema no está en crisis en comparación con su par, el SEBD.
Las voces populistas y ególatras ideológicas apuestan a continuar el mismo modelo fallido del Sistema Solidario, y culpan al Subsistema Mixto de esta crisis, lo cierto es que el modelo piramidal y egoísta del SEBD es impresentable, y es el único culpable de su propio fracaso financiero. Han surgido soluciones surrealistas como subsidiar el agujero, una medida que condenaría la economía de todos los panameños, y otras más mesuradas, como generar incentivos para atraer a los independientes al sistema.
Los representantes del Diálogo por la Caja del Seguro Social deben considerar estos argumentos, ya que la solución debe ser integral, objetiva y apolítica, los jóvenes vemos con preocupación como la pobre gestión de nuestros ahorros de toda la vida, se ven expoliados por iniciativa política.
La juventud solo desea tranquilidad, paz, y un futuro seguro, las condiciones dadas por la pandemia no son esperanzadoras, lo menos que pueden aspirar, ustedes como representantes de la juventud y el pueblo panameño, es una seguridad social garantizada cuota por cuota.
El autor es amigo de la Fundación Libertad

