La historia es émula del tiempo, depósito de las acciones y testigo del pasado; por lo que, como amante de nuestra historia, me llena de paroxismo recordar un pasaje relevante de la memoria panameña: la Guerra de Coto. Los hechos tuvieron lugar del 21 de febrero al 5 de marzo de 1921, en Pueblo Nuevo de Coto, en aquel entonces una comunidad pequeña que era parte del Distrito de Alanje, Provincia de Chiriquí: El conflicto armado se originó por la ocupación de una fuerza expedicionaria costarricense de esta zona, motivados por la inexistencia de una frontera definida entre ambos países; objeto de nuestras discrepancias desde la época colonial, un asunto sin resolver.
Hoy, 99 años después, no vamos a hacer hic et nunc, un estudio histórico ni detallado de esta guerra, aunque sí una breve panorámica de tiempos pretéritos para exaltar nuestro conocido nacionalismo, pero con mayor euforia para ovacionar la paz social de la que gozamos alejados de este tipo de conflictos armados.
Es pertinente anotar que, a pesar de ser la primera guerra, y última, desde la génesis republicana en la que participamos activamente contra la ocupación costarricense, ya habíamos tenido una participación en papel en la Primera Guerra Mundial, apenas cuatro años atrás.
Así que, de participar en papel, pasamos a un verdadero enfrentamiento armado cuando el 21 de febrero de ese año el gobernador de Chiriquí recibe un telegrama enviado por el coronel Héctor Zúñiga Mora, comandante militar del Golfo Dulce, en el que le hace saber que, fundamentados en el Fallo White (1914), han tomado la zona de Coto, enarbolando la bandera tica y anulando los arrendamientos de cocales que tenía Panamá en esta zona. A esta misiva, le precedió desde las 2:00 p.m., la incursión armada a Pueblo Nuevo de Coto, arribando por medio de un buque alrededor de 100 tropas armadas, jefes militares y un civil que estaría a cargo de la administración. La sorpresa y superioridad numérica de los ticos impidió que el Oficial Manuel S. Pinzón, a cargo de la estación de policía, pudiera reaccionar, y solo pudo informar sobre la situación al jefe policial de Chiriquí, quien siguió las directrices del Gobernador.
La respuesta de Panamá no tardó en darse; consecuentemente el gobernador de Chiriquí envió un telegrama informando la situación al presidente Belisario Porras esa misma tarde. Y se dieron los hechos registrados en las páginas de la historia.
Día 22: El presidente Porras convoca a sesión extraordinaria para tomar decisiones; se delega al general Manuel Quintero Villarreal, veterano de la guerra de los mil días, disponiendo de 100 hombres armados. En Chiriquí, otros 50 hombres armados, más los “13 voluntarios de Bugaba”, partieron hacia Coto.
Día 23: Los combatientes parten en la madrugada en el vapor Veraguas, en compañía del gobernador de Panamá. El pueblo se entera del hecho.
Día 24: El gobernador advierte al presidente Porras sobre el aumento de tropas costarricenses; el Presidente, quien fue jefe militar y estratega en la Guerra de los Mil Días, ordena tomar la ofensiva total, pero el general Quintero decide dirigirse a Progreso y realizar tareas de inteligencia, mientras espera que el buque David llegue con más armas y soldados. El pueblo marcha hacia la Presidencia por la Avenida Central, superando las 5 mil personas, encabezadas por policías a caballo; las banderas ondeantes explotan el nacionalismo panameño que en la voz vivaz de Domingo Turner demuestra el sentimiento patriótico.
Día 25: El general Quintero envía una expedición compuesta por caballería e infantería; en Rabo de Puerco (hoy Puerto Armuelles) se mantienen tropas esperando armas; a las 4:00 p.m. zarpó el buque David con más policías, armas y un cuerpo de la Cruz Roja.
Día 26: Costa Rica envía más refuerzos; se aprueba el decreto Nº 49 del 26/feb/1921 sobre medidas de guerra: medidas de defensa y preparación militar previstas, suspensión de derechos individuales, servicio militar obligatorio de 18 a 40 años y alistamiento de voluntarios en las alcaldías.
Día 27: La caballería e infantería avanzan a Coto; el teniente Mejía captura a dos ticos, resultan ser el coronel Zúñiga y Daniel Gonzáles, los principales actores de la ocupación, se rinden sin objeción y se capturan 30 ticos y armas. Las tropas toman posiciones tácticas y estratégicas para frenar cualquier ataque, y sorprenden al barco La Sultana dejando un saldo de 4 muertos, 9 heridos y 30 prisioneros; el barco fue capturado y utilizado para trasladar a los 69 prisioneros hacia Rabo de Puerco. Dos importantes victorias en un día.
Día 28: Llegó el buque David, pero sin artillería no fue útil para el general Quintero, quien desplegó otra comisión de caballería hacia Coto. Miles se concentraban para defender Panamá.
1 de marzo: Llega el navío La Estrella y también es sometido; 27 muertos, heridos y armas cayeron en manos de “los 13 voluntarios”. Luego otro navío, La Esperanza, se aproximó con igual destino, 16 muertos y 46 prisioneros más. Otras dos victorias más.
4 de marzo: El escenario se trasladó a Bocas del Toro, donde los ticos, con superioridad numérica, ocuparon sin resistencia tres poblaciones. Pero, simultáneamente, apareció el acorazado Pennsylvania en la Bahía de Charco Azul, con el fin de proteger a los ciudadanos e intereses de Estados Unidos en la zona, exigiendo así el cese de hostilidades mutuas.
5 de marzo: El crucero Sacramento hizo lo propio en la costa atlántica.
Respaldado por el artículo 136 de la nueva Constitución Política de Panamá, el gobierno de Estados Unidos recibió el derecho de intervenir en cualquier parte de Panamá tan pronto como la estabilidad del país y la seguridad del Canal parecieran estar “en peligro” (Sven Schuster, 2015).
Fuimos obligados a aceptar el Fallo White, cediendo el territorio en disputa bélica; no fue sino hasta 1941 con el Tratado Arias– Calderón Guardia que se delimitó la frontera con la aceptación de ambos.
Finalmente, el 18 de marzo, en accidente de tren, murió ahogado el capitán Tomás Armuelles y otros tres combatientes; en reconocimiento a este valiente patriota se renombró Rabo de PuercFallo White a Puerto Armuelles.
El 31 de enero de 1962, el gobierno panameño reconoció como veteranos de guerra a los combatientes, recibiendo beneficios sociales, como gratificación a su heroísmo patriota.
Como dice el preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, el flagelo de la guerra inflige a la humanidad sufrimientos indecibles, por lo que siempre es bueno manifestar el nacionalismo y patriotismo en otras formas diferentes a la guerra; hoy somos países hermanos que honramos juntos a nuestros héroes. Asunto resuelto.
El autor es magister, especialista en seguridad y derechos humanos