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La poética del cuento

La poética del cuento
Ernest Hemingway.

Cuando se empieza a escribir ficciones, ayuda mucho a los principiantes tener en cuenta las poéticas que algunos escritores han usado para definir el cuento. Una poética no es una receta imprescindible para escribir un buen cuento. Tampoco hablo de fórmulas o consejos arbitrarios que intentan orientar a los noveles escritores. En otro artículo me dedicaré a comentar algunos decálogos para cuentistas. No es mala idea y podría ser divertido.

Quisiera dedicar unas líneas para comentar las poéticas del cuento que, en lo personal, me han fascinado desde que decidí escribir. Una poética del cuento es el concepto que un escritor tiene para definir el género. Comparado, son como las artes poéticas donde el poeta nos dice su idea de lo que es la poesía desde un poema. Como aquel poema de Jorge Luis Borges: “Ver en la muerte el sueño, en el ocaso / un triste oro, tal es la poesía /que es inmortal y pobre. La poesía / vuelve como la aurora y el ocaso”. También, en otra ocasión, hablaremos de las artes poéticas.

Las poéticas del cuento son pequeñas teorías que se contienen en una metáfora. Quizá una de las más famosas es el principio del iceberg de Ernest Hemingway. El escritor estadounidense decía que él trataba de escribir bajo el principio del témpano de hielo. “El témpano -decía Hemingway- conserva siete octavas partes de su masa debajo del agua por cada parte que deja ver”. Para Hemingway, el cuento es como esa parte del témpano que no se deja ver. Un cuento es un fragmento de la realidad que contiene un conocimiento que el lector debe inferir.

Horacio Quiroga nos planteó que el cuento es como una flecha que se lanza directo al blanco. Un cuento no puede tener desvíos ni incisos ni ripios, como ocurre en la novela. Debe dar en el blanco. El hecho que se relata no puede desviarse de su ruta infalible para lograr el efecto deseado. Una flecha que se desvía no da en el blanco. Un cuento es una flecha que va dejando un rastro invisible hasta el final. Por eso Quiroga decía que el cuento es una novela despojada de ripios.

Juan Bosch escribió que el cuento es el tigre de la fauna literaria. Si a un tigre -decía- le sobra un kilo de grasa o de carne, no podrá garantizar la cacería de sus víctimas. Un cuento es una creación donde solo hay músculos, garras y colmillos. Un tigre está creado para atacar y dominar a las otras bestias de la selva, dice Bosch. Un cuento debe dominar al lector desde las primeras líneas.

La teoría de la tormenta, de Carlos Fuentes, dice que un cuento es como provocar una tormenta en un vaso de agua. Si la tormenta sale de ese espacio, la historia no funciona como cuento. Podría ser un relato o una novela, pero no un cuento. En ese pequeño espacio debe darse todo: la situación dramática, el conflicto y la resolución.

Edmundo Valadés se refirió al cuento como un río sin afluentes. Su agua, su historia, debe correr sin meandros, dijo. Esa fluidez debe marchar sin perturbaciones, sin elementos distractores. Es un río que corre hasta llegar al mar. Me gusta imaginar que el mar es el lector donde se deposita la historia.

La poética del diamante puro es de Julio Cortázar. Se dio a conocer en una carta que Cortázar le escribió a Juan José Arreola en 1954. Cortázar afirmaba que es un error creer que un cuento, que es el diamante puro, puede confundirse con la larga operación de encontrar diamantes, que es la novela. Un cuento, añadiría Cortázar, es siempre el vellocino de oro, y la novela es la historia de la búsqueda del vellocino.

Truman Capote comparó al cuento con una naranja. El árbol de naranjas da frutos perfectos, como casi todo en la naturaleza. Una naranja es algo definitivo, dice Capote. De la misma manera que una naranja es algo que la naturaleza ha hecho simplemente bien, añade, así debe ser el cuento. Esa redondez debe ser perfecta. En el cuento, la historia debe ser redonda. La circularidad del cuento se puede contaminar, como una naranja, si el escritor no sabe qué sobra y por qué lo quita.

El cuento es una rendija enorme por la cual el mundo entra redondo a la comprensión de todos, dice Eraclio Zepeda. Aprender a mirar la realidad con cierta condensación que haga nacer un universo contenido en pocas páginas. Esta idea se relaciona a una imagen que Marco Tulio Aguilera Garramuño hacía al comparar al cuento con un insecto instalado en el universo; es la síntesis de ese universo que gira en torno al insecto.

Para finalizar, quiero citar a Elena Poniatowska que, a su vez, cita a Juan Rulfo: un cuento “es mentira, pero no falsedad”. Este concepto del cuento es primordial entenderlo si queremos lograr escribir un cuento digno. Un cuento es una mentira. No es un testimonio, ni una anécdota, ni una crónica. Es una mentira que, a la vez, dice algo de la verdadera realidad, aunque se valga de la imaginación como principal componente. Por hoy, dejemos el cuento aquí.

El autor es escritor


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