La presión social se caracteriza por la influencia que tienen algunas personas en las decisiones, pensamientos, conductas y actitudes de otras personas. Cuando escuchamos acerca de este tema, lo primero que pensamos es en los niños y adolescentes, pero, ¿alguna vez te has preguntado si los adultos en algún momento llegan a sentirse presionados por la sociedad?
La respuesta es sí. En la actualidad, tanto hombres como mujeres enfrentan diversas situaciones respecto a su vida personal, familiar y laboral, siendo influenciados por los estereotipos, prejuicios e, incluso, la discriminación social.
Las mujeres, por ejemplo, si llegan a los 30 años de edad sin casarse, sin hijos, sin un trabajo estable, son señaladas, presionadas, criticadas e, incluso, menospreciadas. De igual forma los hombres que no tienen una estabilidad económica a cierta edad o no pueden asumir un compromiso formal con la pareja, pueden llegar a tomar decisiones erróneas que marcarán su vida solamente para complacer a los demás. ¿Qué se debe hacer al respecto?
En primer lugar, ser auténtico, basar las decisiones en lo que realmente se desea alcanzar, en base a pensamientos y sentimientos reales; en definitiva, hacer lo que le haga feliz, dejando a un lado la vida que otros desean para usted.
En segundo lugar, la presión social puede causar daños a la salud emocional dando paso a depresiones, baja autoestima, miedo e inseguridades. En este sentido, se debe buscar ayuda profesional para abordar la problemática de la mejor manera posible.
En último lugar, sea usted el protagonista de su historia; cumpla sus metas en el tiempo que considere oportuno; confíe en su potencial, habilidades y destrezas, para alcanzar todo lo que se proponga y un día dirá “valió la pena ser yo”.
La autora es docente de la Universidad de Panamá

