Recordando los grandes saltos que ha dado la educación, desde 1440, cuando Johannes Gutenberg inventó la imprenta, lo que hizo que la producción de libros comenzara a popularizarse, beneficiando a la sociedad en el aspecto educativo y creando una revolución en su época.
Curiosamente la educación desde aquel momento no sufrió grandes cambios, hasta 1969, producto de la guerra fría cuando aparece el Arpanet, propiciando que en los últimos 40 años, la educación y el manejo de información cambiasen radicalmente, causando que en la actualidad el 5% de nuestros alumnos, conozca los contenidos antes que el docente se los facilite, obligando al docente a ser creativo, a preparar sus clases tomando en cuenta diferentes aspectos del aprendizaje, cambiando el concepto de la educación basada en la escuela, al concepto de educación basada en el estudiante, recordando incluso que al inicio de las escuelas, la educación se realizaba al aire libre por grandes maestros como Sócrates y Platón.
Esto nos evidencia que aprendemos en todo momento y lugar, en la actualidad la gran mayoría de las personas, según la estadística el 88% de los seres humanos tienen acceso a algún tipo de tecnología moderna, lo que llamamos Tecnologías de Información y Comunicación ( TIC).
A finales de la década de los 90s, el constructivismo era una corriente educativa que se fundamentaba en el aprendizaje basado en el alumno, evolucionando este concepto por mas de 20 años, hasta llegar a la segunda etapa que hoy llamamos aprendizaje 2.0, en la cual las nuevas tecnologías se convierten en una herramienta de uso obligatorio por parte de los docentes y los estudiantes, utilizando nuevas metodologías para aprender y enseñar, como por ejemplo la clase invertida, La Gamificación, el Blended learning y el aprendizaje basado en proyectos, entre otros.
La pandemia ha acelerado un proceso que ya venía dándose, y que requiere mucho más atención de parte de toda la sociedad, porque el resultado de la falta de un acceso equitativo a la tecnología, puede crear mucha más desigualdad.
El autor es docente universitario y del Meduca