Saturados de malas noticias y premoniciones apocalípticas, de la ineptitud de los gobernantes y el “juega vivo” de los especuladores, de las distorsiones de los sistemas políticos, económicos y sanitarios que, en vez de facilitar una salida a la crisis, la complican, nuestro énfasis debe estar en la supervivencia, en no perder nuestra humanidad ante los desafíos que se presentan y en aprovechar las circunstancias para el crecimiento personal.
La lectura es uno de los vehículos que ayudan a dicho crecimiento. Algunos—una minoría—tendrán ahora más oportunidad para invertir en la lectura, a partir del “quédate en casa”, cuya aplicación es limitada, porque quienes viven día a día—una enorme proporción de la población—difícilmente pueden permanecer en sus hogares sin salir a buscar el sustento diario.
He allí una de las distorsiones a que se refiere el primer párrafo de la columna. Pero quienes puedan quedarse en casa—jubilados, profesionales asalariados y, sobre todo, estudiantes—tendrán un espacio privilegiado para leer. Ojalá lo utilicen así y no para el ridículo “wasapeo”, el “yutubeo” y la pérdida de tiempo escuchando trivialidades, intercambiando banalidades y diseminando noticias falsas.
Son tantas las obras provechosas y estimulantes a las que tenemos acceso, que a quienes les sea posible les valdrá mucho entregarse a la lectura. Si se trata de identificar experiencias parecidas a la que estamos enfrentando, de coyunturas críticas y amenazas a la supervivencia, la crisis de 1987-1989 presenta una referencia interesante.
En ese sentido, el libro del Dr. Ricord, Noriega y Panamá: orgía y aplastamiento de la narcodictadura (1991) no tiene desperdicio. Varias veces lo he recomendado y ha sido digitalizado por la Biblioteca Nacional (http://binal.ac.pa/binal/component/content/article/78-servicios/152-obras-digitalizadas-art.html).
La precaria enseñanza de nuestra historia, basada en una perniciosa mitomanía militarista y antidemocrática, sigue limitando el desarrollo de nuestra sociedad y mermando nuestra capacidad para encontrar soluciones a problemas comunes como el que actualmente ocupa nuestra atención. Tres obras, en particular, contribuyen a rectificar esta mitomanía: Panamá protesta (1993), de Brittmarie Janson Pérez; Golpes y tratados (1997), también de la Dra. Janson; y El agitador de conciencias, biografía del Dr. Miguel Antonio Bernal, escrita por Rafael Pérez Jaramillo y publicada a finales de 2019.
Como lo mencioné el día de su presentación, este valioso texto provee un planteamiento veraz, crítico y eficaz del difícil capítulo que constituyó la dictadura militar, cuyos partidarios y amanuenses no se cansan de presentarlo falsamente como un período de liberación nacional y afianzamiento soberano. La biografía del Dr. Bernal se consigue en las farmacias Arrocha y la Librería Cultural Portobelo. En cuanto a los dos libros de la Dra. Brittmarie, también han sido digitalizados por la Biblioteca Nacional.
Las historias familiares, cuando son bien escritas e investigadas, proveen buena información y nos abren ventanas al entendimiento de las realidades sociales. Me congratulo de haber recibido recientemente tres interesantes proyectos de este tipo, que espero explorar muy pronto.
Mi querida Norita Scott Pezet, baluarte de la cultura y la vida cívica en Penonomé, ha tenido a bien compartir conmigo sus Inspiraciones coclesanas, aún por publicar, basadas en la genealogía de su familia Pezet y su radicación en Coclé, a partir de la llegada al istmo de Agustín Pezet, en el siglo XIX. Su texto es rico en referencias a las costumbres, modos de vida y la evolución social coclesana en los últimos 200 años.
La incansable Brittmarie Janson Pérez acaba de dar a conocer, en formato digital, la historia de su familia materna Calhoun, desde sus orígenes en Escocia hasta su arribo a Panamá, a principios del siglo XX. El personaje más relevante de la saga familiar es el abuelo Crede H. Calhoun, por años, alto funcionario en la Compañía del Canal, además de corresponsal del New York Times y testigo y analista de acontecimientos críticos.
Pocos días atrás, mi apreciado Ricardo Arango Pezet me envió la historia, ya concluida y próxima a publicarse, de la familia Arango en Panamá, por el Dr. Alfredo Figueroa Navarro, uno de nuestros principales intelectuales, cuya obra está signada por el rigor investigativo, la precisión académica y la pulcritud sintáctica. Anticipo los beneficios que, en tiempos de coronavirus, producirá la lectura de estos tres estudios genealógicos para una mejor comprensión de nuestra panameñidad.
El autor es politólogo e historiador y director de la Maestría en Asuntos Internacionales en Florida State University, Panamá.
