Pistola en mano y al mejor estilo de las películas del oeste norteamericano, el legislador arnulfista Francisco Panchito Reyes decidió revivir esta semana los tiempos en que la justicia se hacía a manos propias.
El contrincante de Panchito en este duelo es la empresa Elektra Noreste, distribuidora de la energía eléctrica en Colón, Darién, seis islas del Pacífico, y Panamá Este, incluyendo a la residencia del legislador ubicada en Altos del Romeral.
El detonante de la riña depende de a quién se le pregunte. Según la empresa, se trata de una deuda de más de 800 dólares que el legislador mantiene desde hace seis meses. Para Reyes es un pase de factura por el anteproyecto de ley que presentó para reformar el contrato ley firmado entre Elektra y el Estado.
El miércoles pasado, cuando el funcionario de Elektra se apersonó a la residencia de Reyes para cortarle la luz, el legislador no dudó en defender su conexión eléctrica "bruja" a punta de su 9 milímetros.
El tiroteo funcionó, porque la compañía esperó hasta el día siguiente, cuando el legislador se encontraba a cientos de kilómetros de su casa, reunido con la bancada oficialista en Chitré, para dejarle la casa sin luz eléctrica.
El que debió haber sido un simple incidente entre una compañía eléctrica y un cliente moroso ha trascendido a los cables de agencias internacionales, provocando la condena de la máxima autoridad de la Iglesia católica contra Reyes, y el intercambio de amenazas de acciones penales por ambas partes.
Si se toma en cuenta la trayectoria legislativa de Panchito, la pelea que dará a Elektra tal vez no será la de mayor sustancia legal, pero de seguro que no le faltarán palabras para arremeter contra la compañía eléctrica. Y es que Reyes perdió el buen humor que había demostrado en la televisión con sus picantes chistes de velorio.
En el pleno legislativo, Panchito se caracteriza por dos cosas: su estratégicamente coordinado vestuario de colores no siempre tradicionales, con sombrero de ala ancha (a lo Pedro Navaja) y tirantes incluidos, y porque sin importar el tema que se trate en el pleno, siempre tiene algo que opinar.
Sus intervenciones son ya de antología. Cuando Panchito dice: "señor presidente, yo quisiera decir algo sobre...", sus colegas se acomodan en sus poltronas porque saben que el discurso va por lo largo, aunque frecuentemente no sea de lo más coherente.
Por lo pronto, el médico pediatra no se quita sus espuelas de cowboy y se rehúsa a pagarle a Elektra.
En consecuencia, Panchito tendrá que planificar su siguiente estrategia en la obscuridad de su casa.
