El otro conductor, visiblemente molesto, raudo salió de su vehículo y mientras el reportero hacía lo mismo aprovechó cual jugador de los yanquis de Nueva York para lanzarle a toda velocidad un batazo.
¿De dónde salió el bate? Del otro vehículo, claro está. Afortunadamente el periodista tuvo buenos reflejos porque logró meter el brazo para que su contrincante no le volara la cabeza.
Definitivamente hay quienes se han atribuido algún tipo de licencia para atacar.
¿Sorprendido? Pues bien, este caso de manejo desordenado solo deja en evidencia la agresividad que hay en las calles y que se manifiesta de múltiples formas.
No es cuestión de experiencias insólitas. Es más, este tipo de casos es solo un reflejo de la ola de violencia que hay, al menos, en la ciudad capital.
Si no, pregúntenle a los periodistas que cubrieron hace un par de días la protesta de los estudiantes de la Escuela Artes y Oficios.
Los manifestantes que bloquearon la calle frente a su escuela no solo tiraron piedras y diversos objetos a los policías y civiles presentes, sino que, además, despojaron de sus pertenencias a algunos de ellos.
Y si de dar ejemplos sobre violencia pública se trata, entonces habría que recordar el taxi que transportaba el domingo pasado a unos activistas del PRD que acudían a votar a la escuela Justo Arosemena. ¡El taxi recibió 11 impactos de bala por parte de pandilleros!
Hasta el alcalde capitalino, Juan Carlos Navarro, que estuvo en medio de un enfrentamiento a tiros en el corregimiento de El Chorrillo hace algunas semanas, puede dar fe de lo visible que se ha vuelto la violencia en la ciudad.
Las balaceras en la capital son cada vez más frecuentes al igual que los crímenes ocurridos. Personas ejecutadas en vías públicas, asesinatos que no han podido ser esclarecidos, entre ellos los cometidos contra el cónsul de Panamá en Guayaquil, Ecuador, Manuel José Ciérvide Lacayo; y el del director de Aduanas de Colón, Aquiles García.
La lista de casos y de experiencias violentas puede continuar, pero cuando los hechos hablan por sí mismos, las palabras sobran.
No en vano agentes policiales han empezado a repartir por algunas barriadas capitalinas folletos para recordarle a los ciudadanos cómo pueden prevenir posibles robos y situaciones de violencia.
¿Cómo es posible, entonces, que el ministro de Gobierno y Justicia, Arnulfo Escalona, todavía asegure que no hay inseguridad en las calles de Panamá?
