Como este gobierno ha sido dominado por la epidemia, el título de este escrito tiene que iniciar por mi conclusión sobre el manejo de la misma. De todo lo que he leído de científicos de lado y lado, me acerco más a lo escrito por el investigador de Senacyt, Paulino Vigil De Gracia –a quien no conozco–, cuando sentenció que la epidemia (es pandemia cuando abarca el mundo) no está del todo controlada y seguramente estamos condenados a vivir con ella por un largo tiempo. Agrego yo que el control de la misma será a través de medicamentos para tratamientos eficaces aprobados por la FDA. Lo bueno es que se pudo evitar el colapso de hospitales y se llevó a cabo una gestión rápida de las vacunas (gran éxito de la canciller). Lo malo fueron las cuarentenas prolongadas y los injustificados cierres de la economía, que provocaron gravísimos impactos sociales y económicos. La suspensión de importantísimas libertades individuales para ponerlas en manos de un ministro novato del sector salud quien, además de irracional, le cogió el gusto a ese exagerado poder. Es la razón por la cual el estado de “emergencia” sigue en pie sin justificación alguna. Igual ocurre con el cierre de las escuelas, con un impactante costo social y humano.
Algo terriblemente negativo son los múltiples escándalos de corrupción relacionados con compras para la epidemia, una actividad criminal, además del inconcebible no pago a enfermeras que se jugaron la vida diariamente, con horarios extendidos de muerte.
Peor aún, el manejo del presupuesto nacional: en momentos en que la mayoría de la población sufría necesidades muy básicas de la vida diaria, el gobierno continuó con un aumento desenfrenado de la planilla oficial, aumentos a los sueldos , la vulgaridad de gente con doble sueldo “legal” y un largo etcétera.
Bajar partidas presupuestarias al Hospital del Niño, Senacyt y el Instituto Gorgas, para subir los gastos ya superados a diputados, es una medida inverosímil.
Tareas presidenciales: es bueno que el presidente, todos los viernes de cada semana, visite pueblos de nuestro Panamá profundo, inaugurando obras, titulando tierras y ejecutando otros programas que vienen desde el gobierno de Endara. Lo malo es que olvide que hay que volver a Palacio a gobernar para todo el país, en vez de delegar la labor presidencial en funcionarios cuestionados que no cuentan con la fe pública.
El manejo del Ministerio de Trabajo ha sido un tanto más racional frente a la gigantesca pérdida de empleos formales provocada en su mayoría por cierres innecesarios y prolongados, y aforos irracionales.
Ahora bien, tengo gran fe y optimismo en que -a pesar de la irracionalidad y falta de un plan de recuperación de gobierno- la capacidad creativa de nuestro sector no gubernamental salvará la situación económica más pronto de lo esperado.
Los bancos de nuestro centro regional bancario tienen una responsabilidad supremamente importante en el recobro de la economía. A la vez que atienden el deterioro de sus propios balances, tienen que ser supremamente sensitivos ante los problemas sufridos por sus clientes y cuidarse de no dañar sus relaciones con ellos y con la sociedad. En la relación banco/cliente, es el cliente (el solicitante) quien es la parte más débil de la relación, y la parte más fuerte debe cuidarse de no pasarse y provocar una opinión pública negativa que, a su vez, provoque legislación y controles que pongan en peligro “la gallina de los huevos de oro” de nuestra economía: nuestra banca abundante y competitiva.
Otro factor negativísimo es la forma en que el presidente, desatendiendo su liderazgo institucional, ha permitido que el sector maleante (los “residuos”) de la Asamblea Nacional, imponga una especie de dictadura legislativa de la peor calaña. El caso más reciente es el de la nueva ley electoral, en la que los diputados ignoraron por completo un año y medio de trabajo de la Comisión Nacional de Reformas Electorales, que según la ley se convoca después de cada elección para ir perfeccionando el proceso. Participaron en esta comisión los magistrados, representaciones legítimas de la sociedad civil... ¡y todos los partidos políticos!
La Asamblea desbarató ese proyecto para procurar continuar con el control maleante de la Asamblea en las próximas elecciones. Se iniciaron las protestas de calle y echaron para atrás para calmar el ambiente, pero luego arreciaron y, a medianoche, pasaron su mamotreto, que ha sido objetado incluso –aunque tardíamente – por los magistrados del Tribunal Electoral.
Frente a lo que seguro serán las crecientes protestas y marchas de todos los sectores, le tocaba al presidente vetar parcialmente la ley, exigido además por los magistrados .
El presidente anuncia que vetará y, al día siguiente –en lo que es una burla y engaño–, veta solo un artículo, el menos importante.
Yo no veo indicio alguno de un golpe de timón por parte del presidente, así es que solo queda el ejercico constante y seguido de la ciudadanía en la calle, demostrando la fuerza del poder ciudadano. Todo esto en un momento en que el país requiere de la unidad de todos sus ciudadanos.
¡Lástima! Pero tengan la seguridad de que los ciudadanos de Panamá, ¡no nos vamos a dejar!
El autor es fundador del diario La Prensa


