La penicilina, descubierta en 1941, y otros antibióticos han sido la defensa primaria contra las enfermedades bacterianas. Desafortunadamente, debido al abuso en su utilización en hombres, animales y plantas y el incumplimiento de las normas de control de infecciones, ha disminuido su eficacia.
Se calcula que la mitad de la producción mundial de los antibióticos se destina con fines de alimentación para uso animal o vegetal. Cada año, 700,000 personas mueren en el mundo debido a infecciones resistentes a los antibióticos. Se estima que para 2050 esta cifra suba a 10 millones.
Es por esto que es fundamental que la ciencia genere alternativas al uso de antibióticos que permitan un control adecuado y, de igual manera, logren brindar una buena calidad de vida. Una de las nuevas propuestas para reducir el uso de antimicrobianos, es la terapia con bacteriófagos o fagoterapia.
Los fagos son virus que infectan bacterias. Son los entes biológicos más abundantes de la tierra, pero inofensivos para los humanos. El número en todo el planeta suma miles de millones (incluyendo al ser humano), que desempeñan un rol determinante en el balance de los ecosistemas bacterianas.
Los fagos poseen múltiples aplicaciones en biociencia y biotecnología. En algunas regiones del mundo (Georgia, Estados Unidos; Chile, Argentina) suelen ser usados en la industria alimentaria, la acuacultura y el control de patógenos en animales de producción. Además, han sido propuestos para el tratamiento de enfermedades bacterianas mediante la fagoterapia, el diagnóstico bacteriano e incluso la producción de vacunas a través de la tecnología del “phage display” desarrollada por Frances Arnold, George P. Smith y Gregory Winter, galardonados con el Nobel de Química en 2018.
El 22 de octubre ha sido establecido como Día Mundial de los Fagos, para promover a estos microorganismos, tan poco conocidos durante tanto tiempo. Este día especial recuerda el importante trabajo pionero de científicos como Frederick Twort (1915) y Felix d’Herelle (1917) y celebra el trabajo colaborativo de todos los investigadores que utilizan los fagos como herramientas biotecnológicas.
El autor es tecnólogo médico especialista en ciencias biomédicas y miembro de Ciencia en Panamá

