En Panamá, a ésta fruta bien nacional se le reporta para el área del Canal, Coclé, Chiriquí, Darién, Herrera, Panamá, San Blas, e islas de ambos mares.
Es particularmente en Cuba donde la fruta es popular y se planta en jardines y calles. Además, el árbol se usa entre el café de sombra, pues pierde las hojas cuando el café necesita sol. La "crema de mamey colorado" es compota preferida; la pulpa congelada se usa como sorbete y de ella también se hace refresco. La llegada de cubanos al sur de la Florida en las décadas pasadas, ha traído consigo la demanda y siembra de mamey en esa región de Estados Unidos. Es interesante ver cómo cambios étnicos y culturales en las poblaciones humanas resultan en innovaciones en la flora comestible. Dicen que la variedad "Cayo Hueso", una selección lograda en la República Dominicana, es la preferida.
En estos días encontré unos mameyes de cáscara más bien blancuzca y floja", no compacta y marrón. Dudoso, me acerque a la colega Carmen Galdames de nuestro Herbario, quien me explicó más o menos así: "Una manzana es una manzana, es una manzana". Todos son el mismo mamey, pero la selección propia de los cultivos da como resultado una variedad de presentaciones.
Revisando lo escrito sobre el Mamey me doy con la sorpresa de sus múltiples usos. En República Dominicana el aceite de las semillas es usado para el cuidado de la piel y evitar la caída del cabello. En Cuba, la infusión de las semillas es buena para lavado de los ojos, y en México pulverizadas en vino ayudan contra las piedras en los riñones y el reumatismo. En Costa Rica el té de corteza y hojas combate la arteriosclerosis y la hipertensión. La almendra de la semilla es digestiva y su aceite diurético. Mi desconocimiento me impide citar aquí los usos que con seguridad se le dan en campos y tierras indígenas del interior de Panamá.
Si no conoce el Mamey, lo invito a conocerlo. Una manzana o una pera puede que sean del mismo precio y más prácticas de obtener. Pero precios así en productos traídos desde miles de kilómetros son posibles entre otros, porque el petróleo es barato. ¡Y ya sabemos que para que se mantenga barato, señores de la guerra perpetua preparan hoy nuevas aventuras hacia el despeñadero!
La moraleja: es importante consumir lo local, lo propio, lo comunal.
