ANA ALFARO ESPECIAL PARA LA PRENSA revista@prensa.com
Por un maní, lo que me ha pasado a mí, decía esa canción de hace medio siglo. Lo que le pasaba a la cantante era que tenía una bolita que me sube y me baja, ¡ay!, pero en realidad, lo que le puede causar a otros es una reacción alérgica de la gran madona: comerse un solo manicito puede resultar fatal y en muchos casos, hasta respirar polvo de maní puede causar una reacción grave, razón por la cual ya las aerolíneas no sirven manís sino pretzels. En el caso del aceite de maní, éste no contiene las mismas proteínas que la pepita entera, así que muy poca gente es alérgica (actualmente, existe una droga experimental contra la alergia, llamada TNX-901).
Aunque el maní aparece en los anaqueles del supermercado junto con las nueces, en realidad es una legumbre, o sea un fruto seco proveniente de una vaina, como p.e., el guandú. Aunque muy popular entre los pueblos africanos y principalmente en el sur de Estados Unidos, es oriunda de Sudamérica (Perú y Brasil). Esto no debe extrañarnos, ya que de entre las aproximadamente 250 mil especies de plantas superiores, la flora tropical de Centro y Sur América es la más grande de todas las subfloras tropicales, con 85 mil especies nativas.
