Cuando recibí en mis manos la más reciente edición de la revista Blank Panamá y empecé a ojear sus páginas, definitivamente llegué al punto de sorprenderme con una publicidad creada para la revista, en donde se utiliza el símbolo de la cruz con personas representando estereotipos sociales. Y aunque fue un shock inmediato, empecé a analizar lo que se trataba de decir. No sé si pensarán que soy insensible o poco creyente, pero el sentido de la campaña me pareció genial por muchas razones, cosa que no afecta en lo absoluto el amor y el respeto que siento por nuestro señor Jesucristo.
Genial, porque si lo que se quería era que el público se detuviera en esa página, -y que lo hiciera impactado-, se consiguió. Si se quería que la gente en la calle hablara del producto, se consiguió. Si se quería que después de mucho tiempo se recordase a la revista Blank, aunque sea con la publicidad de "la crucifixión", lo conseguirán. Desde el punto de vista publicitario me parece que el trabajo cumplió su cometido. Eso sin meterme en situaciones idealistas y religiosas.
Pero de todo lo más genial del asunto fue el efecto que podría causar en algunas personas, que alejadas de pasiones, al menos captaron el mensaje. Y es que si al menos eso se rescata dentro de las conversaciones en donde se ataca la forma, sin ver el fondo del trabajo, podría servirnos para ser mejores ciudadanos y seres humanos.
¿Cuantas veces no estereotipamos a nuestros semejantes con adjetivos calificativos, solo viendo su aspecto o su ropa? A diario vemos cómo para algunos "el pertenecer a un grupo étnico", es sinónimo de ser maleante. El estar delgado es sinónimo de ser anoréxico o padecer de alguna enfermedad infectocontagiosa, el ser feliz es ser "de la vida alegre", el hacer algún trabajo artístico es lo mismo que tener algún tipo de tendencia sexual diferente a las mayorías. Pienso que estas y otras erradas conclusiones, carentes del más puro sentido y objetividad hacen más daño a nuestra sociedad que cualquier anuncio "impactante".
Estoy más que seguro que muchos de los que se escandalizaron y pegaron el grito al cielo con el anuncio saben que lo que antes expongo es completamente cierto, porque triste y probablemente han sido en alguna ocasión, como también lo he podido ser yo, precursores de prejuicios y estereotipos. ¡Ojalá no tuviéramos que mirar lo que no nos mata, para hacernos más fuertes!
