“Chombita hace historia”, fue el título despectivo y desdeñoso con que un diario de la localidad dio a conocer la faena histórica de la primera adolescente afrodescendiente en ganar la medalla de oro en gimnasia en los Juegos Olímpicos de Londres.
Ese mismo diario, con harta frecuencia, insiste en hacer caracterizaciones y representaciones artísticas despectivas de los afrodescendientes en torno a su condición étnico-racial, presentándolos siempre como seres animalizados, antisociales, violentos, torpes, etc. El intento permanente de representar a los grupos negros ridiculizándolos, deshumanizándolos y animalizándolos en las tiras cómicas, en los chistes y en las parodias pone en evidencia que son uno de los grupos humanos más vulnerables de ser atacados y maltratados, ya que en esa parodia y estereotipo negativo se omite por completo o no se destacan las tendencias de personalidad favorables que permitirían ofrecer un cuadro fiel.
Es pecar de ingenuo creer que esos mensajes y burlas racistas son inofensivos. Pues, no lo son. Los mensajes subliminales y escondidos que conforman las burlas y bromas llegan de manera directa al pensamiento de la gente y generan energías en forma de ideas, impulsos y temores, que una vez generadas son aceptadas como verdades y pueden ser capitalizadas por personas intolerantes. Se deduce que esos estereotipos despectivos y burlas sobre los negros, expresadas en las tiras cómicas, son las creencias que tienen sus creadores –personas que llegan a ser referentes frente a la opinión pública– y que quieren que sus ideas sean aceptadas por los demás para seguir sosteniéndolas y difundiéndolas sin reflexionar sobre el daño que causan, buscando siempre con sutileza “de qué” o “de quién” reírse.
Entiéndase bien. Las tiras cómicas despectivas y estereotipadas y los mensajes subliminales son técnicas de difusión de ideas racistas, por lo tanto, son mecanismos que incitan y promueven actos de discriminación racial, intolerancia y odio en forma pública al ser expuestos y promovidos en los medios de comunicación masivos.
El peligro de los mensajes racistas va más allá de su difusión, es su aceptación por el público lo que es denominado “ideologización”: proceso por el cual los miembros de una sociedad asimilan y aceptan las ideologías transmitidas que vienen a constituir un proceso psicológico que se da en la mente de los individuos.
Toda ideología para difundirse necesita de la propaganda, y habiendo determinado que el racismo es una ideología o conjunto de creencias o técnicas de persuasión colectiva utilizado para conducir a las personas a participar de una opinión o idea, entonces esas tiras cómicas o representaciones despectivas de los negros son sistemas de propaganda racista que se ha convertido en patrón. Aunque el mensaje cambie de forma, el fondo sigue siendo el mismo: los grupos negros son diferentes a los otros grupos humanos, constituyen una categoría inferior y sus quejas son infundadas y exageradas.
Es paradójico constatar que hay dos situaciones paralelas y confusas, donde cualquier tipo de desigualdad, prejuicio o discriminación es considerada como racismo, mientras que en otras, evidentes casos de racismo son desvirtuados, desconocidos o camuflados bajo etiquetas de acomplejados e intolerantes.
En todo caso, esos mecanismos de propaganda racista, burlas y estereotipos despectivos deben ser desmontados para combatir esas ideas u opiniones.
Toca a los directivos de los medios de comunicación prohibir y eliminar la difusión de mensajes racistas e intolerantes en los medios que regentan, a menos, claro está, que su propagación y difusión cuente con su aval.
