En cierta forma, el próximo Presidente panameño incidirá sobre la calidad de vida que tendré durante los próximos cinco años y, posiblemente, los que me quedan por vivir. Por tanto, me creo con derecho a pedir a los candidatos que se dejen conocer un poco más. Después de todo, contribuyo con el salario y todos los aderezos que reciben los presidentes: autos, combustible, alimentación, viajes y quién sabe, ojalá no, hasta con joyas y ropa (para que no se diga que andan andrajosos, como dijo la ex presidenta Moscoso).
Quiero saber qué piensan sobre asuntos nacionales e internacionales; conocer sus rasgos de personalidad; si son “volados” o serenos; rencorosos o conciliadores; organizados, o “último minuto”. Inútil preguntar sobre inteligencia porque, presumo, que todos creen poseerla, y de sobra. En fin, datos útiles para saber de qué pie cojean. Los aspirantes a un trabajo, ya sea de mecánico, secretaria, manicurista o cualquier otro, deben dar referencias y pasar pruebas para determinar cuán calificados están para el puesto.
No veo por qué la posición más importante (es un decir) del país debe estar exenta del escrutinio. Todo lo contrario, los candidatos deberían colocarse gustosamente bajo el microscopio ciudadano, porque ser Presidente de un país no es “cosita de comer” (hay quienes no lo saben). Algunas de las preguntas a continuación son mías; otras, sugeridas por amigos y familiares. ¿Será mucho pedir que me contesten al correo electrónico que aparece arriba?
Pregunto: ¿Es cuento chino la separación de poderes? ¿Resucitaría la oficina de Control de Precios? ¿Promovería la segunda vuelta en elecciones presidenciales? ¿Toleraría la especulación y los oligopolios? ¿Estaría de acuerdo con que los cotizantes, verdaderos dueños del Seguro Social, lo administren; con la privatización, o con que el gobierno siga manejándolo? ¿Es la libertad de expresión una amenaza para los gobiernos cuando critican y denuncian los yerros y corrupción? ¿Le gusta leer? ¿Se atrevería a coger por los cuernos una reforma educativa, dada la pésima situación de la educación? ¿Sabe dónde y cómo viven los ngöbe buglés; qué piensa de los derechos de ellos y otras etnias indígenas? ¿Considera importante la inteligencia emocional para gobernar? ¿Cuál es la diferencia entre comunismo y socialismo? ¿Qué significan los colores de nuestra bandera nacional?
¿Tiene sentido del humor, o es cascarrabias? ¿Cómo define la cultura? ¿Permitiría el espionaje telefónico no autorizado? ¿Favorece el Estado laico, o cree que las iglesias deben tener injerencia en las políticas del Estado, como por ejemplo, en asuntos de educación sexual y salud reproductiva? ¿Dedicaría más recursos a la medicina preventiva, o a la curativa? ¿Admira al primer ministro italiano Berlusconi y a George W. Bush? ¿Cuál es el propósito del Instituto Nacional de Cultura? ¿Aprueba el derecho a la sindicalización? ¿Le meterá el ojo a los estados financieros de las empresas de servicios públicos? ¿Si cree que hay corrupción judicial, cómo la acabaría? ¿Concedería indultos como los otorgados a Posada Carriles y sus compinches? ¿Qué opina del Parlacen? ¿Nombraría a sus parientes o donantes en consulados jugosos? ¿Consideraría a la Primera Dama una especie de ministra sin cartera? ¿Qué haría para mejorar la auto-suficiencia nacional que provee bienes indispensables? ¿Reformaría el Código de Trabajo? ¿Son los ambientalistas una sarta de majaderos anti–progreso? ¿A qué extranjeros les exigiría visa? ¿Qué haría ante los cierra-calles? ¿Es un riesgo para la democracia fortalecer la policía? ¿Le teme al gremio del transporte? ¿Se sabe el himno nacional completo?
Por falta de espacio quedan pendientes muchas preguntas. Los dejo con una fábula de Esopo. “Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey. Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca. Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo. Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión. Moraleja: A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor, pero malvado o corrupto”. La decisión es suya.