Se llama milagro, en la definición del Diccionario de la Lengua Española, a un “hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino”. Dependiendo del enfoque desde el que se aborde el concepto, hay variadas definiciones de la palabra “milagro”. Es así como, desde el punto de vista etimológico, la palabra milagro no dice relación con una cierta intervención divina, sino que se liga al asombro ante lo inefable, tal como lo plantearan los latinos.
Dentro del concepto latino, podemos decir que en el mundo se producen diariamente unos mil 100 millones de “milagros”, pues esa es la cantidad de personas que sobreviven con menos de un dólar al día, y con algunas pensiones que paga la Caja de Seguro Social a miles de jubilados, se puede considerar, también, como milagro de supervivencia. En estos casos más les convendría entrar en el programa de “100 a los 70”. Este programa también se puede considerar como milagroso, pues despertó el amor a cientos de hijos por sus ancianos padres, al rescatarlos del abandono y asilos para ponerlos a cobrar la pensión.
Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 44% de la población de América Latina es pobre y el 40% de esos son indigentes que (milagrosamente) viven con menos de un dólar diario. De acuerdo con un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Latinoamérica es la región más desigual del mundo. Solo siete de los 18 países latinoamericanos analizados (Cuba no fue incluida en el estudio) estarían en condiciones de reducir en 50% la extrema pobreza antes de 2015. Esos siete países son: Argentina, Chile, Colombia, Honduras, Panamá, República Dominicana y Uruguay.
Definitivamente que la llamada canasta básica está en alza cada día y aún con el salario mínimo es increíble que una familia pueda comer, tener techo y educar a sus hijos, pero lo que hace más milagroso el asunto es que muchos prefieren dejar de comer antes que dejar de comprar celulares y “horas” de tarjetas prepago.
Pero hay otros milagros, así vemos cómo asesores del Gobierno, líderes sindicales y similares, sin trabajar, viven mejor y ganan más que cualquier obrero calificado. Magia mayor es ver cómo políticos, banqueros o cualquier hijo de vecino, de la noche a la mañana, “se hace millonario”, pero al investigarlos, como por arte de magia o ciencia oculta mediante la cual se producen resultados contrarios a las leyes conocidas y valiéndose de ciertos actos (¿sobrenaturales?), salen ilesos, o si el acto no resulta tan diáfano, se colocan un cuello ortopédico y los mandan a sus casas.
Hay muchos más actos de magia… como la desaparición de varios pisos de hospitales y de puentes vehiculares; pero la que leí de un genio es fabulosa. Dice un acusado de enriquecimiento ilícito, para justificar su fortuna, que caminando en la playa pateó una lámpara y le salió un genio que le podía conceder un deseo (ya no los hacen como antes, que concedían tres) y le pidió que le depositara 10 millones de dólares en un banco, y se los depositó; el problema que tiene es que ¡nadie quiere creerle!
Genialidad (¿?) y también magia, será (si los dejamos) la construcción de la torre “la tusa”, en parte, sobre o dentro de los terrenos del hospital Santo Tomas, pero sin quitarle ni un solo metro... No podemos negar que este Panamá está lleno de milagros, magia y genios.
