Las buenas noticias, tras un año y medio, finalmente se están asomando: barrido de vacunas, bajo número de hospitalizaciones, vacunación en hospitales privados. Me atrevo a decir que, hasta cierta edad, si no te has vacunado en contra de la Covid-19, es tu decisión.
Ahora, nos enfrentamos ante un distinto oponente: el movimiento antivacunas. Muchos nos hemos topado con amigos, colaboradores y hasta miembros de nuestra familia que se niegan a vacunarse.
Es un tema caliente que se puede convertir en un debate eterno si no es abordado con respeto. Mi lema ante temas que generan controversia normalmente es vive y deja vivir. Se me viene a la cabeza una frase que frecuentemente usan los abogados: tus derechos terminan donde empiezan los míos.
Pero no me han entrenado para esto: ¿qué pasa cuando tus derechos, decisiones y opiniones, se interceptan con los míos? ¿Cuales son más pesados: los derechos individuales o los derechos colectivos?
Algo para lo que sí me han entrenado es para argumentar y es aquí donde he reconocido un sinnúmero de falacias entre los argumentos de los “antivacunas”. Una falacia específicamente predomina: el modus tollens.
El modus tollens es la falacia por negación del consecuente, también conocida como la ley de contraposición o “el modo que, al negar, niega”. Si A implica B y no es cierto B, por tanto, no es cierto A. Por ejemplo: si hace calor (A) entonces hay sol (B). Si no hay sol (B), por tanto, no hace calor (A).
Es una falacia reconocida, donde se establece conexión entre dos hechos que tal vez no la tengan. Cuando B no ocurre, se asume que A no ha ocurrido. Es un tipo de argumento inválido. Sabemos que puede hacer calor, sin que haya sol.
Aterrizemos de lo filosófico. Muchos argumentos de los antivacunas llegan a su conclusión negando el consecuente. Algunos ejemplos de los que he escuchado personalmente son:
“La vacuna funciona si ha sido probada por más de 5 años”.
No ha sido probada por más de 5 años.
La vacuna no funciona.
“La vacuna es efectiva si nadie se contagia”.
Alguien se contagió.
La vacuna no es efectiva.
“La vacuna es de confianza si utiliza tecnologías que conozco”.
No utiliza tecnologías que conozco.
La vacuna no es de confianza.
Debo recalcar, enfatizar y re-enfatizar que estos argumenos son inválidos. No solamente son inválidos; son falacias. Nos han revelado hasta el cansancio los estudios que desmienten todos los argumentos que mencioné anteriormente. La vacuna de la Covid-19 no fue probada por más de cinco años debido a que estamos en medio de una pandemia mundial, en la cual se invirtió mucho más dinero y tiempo de lo que había sido necesario para cualquier otra vacuna en nuestra historia.
Las vacunas no están destinadas al cero contagio; están destinadas a prevenir hospitalizaciones. La data que nos han brindado las autoridades panameñas lo comprueba. Y por último, la falacia que me causa más gracia, la de las nuevas tecnologías. Solo me hizo falta un poco de investigación para aprender que estas “nuevas” tecnologías no son nuevas y llevan siendo probadas años. Y en caso tal de que hubiesen sido nuevas, ¿por qué cuestionamos éstas, pero le tenemos tanta confianza a las “viejas” tecnologías?
En vez de escuchar falacias, es importante escuchar opiniones de expertos ante estas. El no reconocer que hay personas que han dedicado su vida al estudio de la ciencia, epidemiología y química experimental, e intentar demeritar sus recomendaciones utilizando falacias, es un tipo de ignorancia peligrosa. Es necesario aprender a reconocer argumentos inválidos y empezar a rechazarlos en nuestros debates.
La autora es periodista y estudiante de Derecho y Ciencias Políticas


