Me temo que la visita del presidente Barack Obama a Brasil, Chile y El Salvador genera demasiadas expectativas. No sería extraño que al cabo del periplo, oído, visto y leídos los brindis, discursos y declaraciones, nos encontremos con que la montaña solo parió un ratón.
Se ha dicho que su propósito sería mejorar las relaciones con el subcontinente y la imagen de Estados Unidos y recobrar parte de la influencia perdida.
Si efectivamente ese es el objetivo, parecería que lo encara mal. Porque visitando Brasil y Chile muy poco va a mejorar el nivel de las relaciones que hoy tiene con esos dos países, pero seguro que va a deteriorar las ya muy malas que mantiene, por ejemplo, con Argentina.
Se dirá: entre estar bien con Brasil o con Argentina, es preferible estarlo con aquél.
En una primera impresión, y más con la Argentina histérica de los Kirchner, esa parece ser la opción acertada. Sin embargo, se equivoca el Departamento de Estado cuando elige a Brasil como su interlocutor y su representante de Iberoamérica y más, si cree que su relación, su imagen y su influencia en el subcontinente mejora con esa alianza. El sentimiento antiimperialista es fuerte contra Estados Unidos, pero también los es contra Brasil y en algunos países que lo sufren más de cerca, es mucho más fuerte contra los brasileños.
Incluso Brasil, como lo explotó muy bien Lula, trata de mejorar su imagen mostrándose anti Estados Unidos, lo que le da réditos y en esto no van a cambiar por la venida de Obama. Por supuesto que Brasil tratará de sacar todo lo que pueda para sus intereses de esta visita.
La gira, en cambio, contribuirá a enfriar más las relaciones con Colombia, país que ha demostrado en el pasado ser un amigo de primera línea de Estados Unidos, sin haber tenido una respuesta similar de éstos y en particular de la administración Obama.
Este nuevo paso va en ese sentido, y no ha de gustar a los colombianos, aunque no ha de sorprenderlos por cuanto es notorio que la nueva administración de Juan Manuel Santos ha asumido una política exterior diferente para Colombia, ya no tan ligada a Estados Unidos, al que sin duda ya no ven como un aliado sin dobleces.
Lo mismo puede ocurrir con Perú. Obama avanzará un poco más con los chilenos, pero puede retroceder con los peruanos, en donde su imagen y la de su país todavía no es tan mala.
¿Por qué Chile y no Perú? Los mismos méritos en cuanto a cifras, desarrollo, proyecciones económicas y afirmación de las instituciones, pueden exhibirlo tanto el uno, como el otro.
Y otro tanto puede ocurrir con algunos países de América Central. Debe ser una problema de información.
Es muy probable. Cuando uno ve esos cables que se difunden a través de Wikileaks, tiene una idea de cómo se maneja el Departamento de Estado.
