En su calidad de presidente de la República, el 31 de enero del año de 1913, Belisario Porras le envía una carta a Alfonso XIII, para entonces Rey de España. Después de saludarlo llamándole, grande y buen amigo, le manifiesta los deseos que tiene para que la estatua que se estaba construyendo en ese país y que no es otra que la dedicada a Vasco Núñez de Balboa, fuera colocada, cuando llegara a Panamá, en un sitio en que eternamente la saludaran los representantes de todas las naciones y razas y que a su vez se convirtiera en un símbolo más de solidaridad universal.
Al mismo tiempo, le dice que ojalá el costo total de la obra sea repartido entre las varias naciones que desde hace años se han visto beneficiadas con el hallazgo del Océano Pacífico.
El 12 de octubre del mismo año, Alfonso de Borbón contesta al doctor Porras manifestándole, estar de acuerdo con todos sus deseos y añade que nada le agradaría tanto como que los anhelos que nuestro presidente manifiesta se puedan concretar. Ya que además, son los mismos de él.
A todas estas, los escultores y constructores españoles encargados de la obra, Mariano Benulliere y Miguel Blau terminan gran parte de su encargo y vienen a Panamá para terminarlo.
El 29 de septiembre de 1924 y en el mismo hermoso sitio que hoy ocupa, es inaugurado el monumento. Se transforma en seguida en uno de los lugares más visitados de esta capital, tan necesitada de obras de verdad hermosas. A su vez se realizan los deseos de los dos mandatarios mencionados a los cuales les agradecemos tan acertado proyecto.
Aprovechemos la ocasión para recordar un poco de la vida de don Vasco Núñez de Balboa a sabiendas que lo más seguro sea que no aportemos muchas novedades.
Se sabe que nació de honorable pero pobre familia en Jerez de los Caballeros y en el año de 1475. A causa de sus condiciones económicas se embarca en una de las muchas expediciones que zarpan hacia nuestro continente. Llega entonces a la antigua isla de La Española, la que hoy es ocupada por Haití y la República Dominicana, pero esto no mejoró su estado financiero.
Se cuela clandestinamente en un barco que viaja al norte de Colombia (a Urabá). Trataban de saber qué había sucedido con aquellos exploradores que habían sido declarados perdidos. La expedición fracasó. No los encuentran y además quedaron desorientados sin saber a dónde dirigirse. Balboa se transforma entonces de polizón en consejero.
Les dice a los desorientados que prosigan el viaje hacia el oeste. Llegan entonces al actual Darién en donde fundan Santa María la Antigua, primer asentamiento humano en tierra firme americana.
Balboa adquiere así, cada vez más notoriedad. Organiza expediciones y en una de ellas ayudado por los indígenas descubre el Océano Pacífico.
El rey lo nombra entonces, Adelantado del Mar del Sur y Gobernador de esos territorios. Pero - siempre hay un pero- también se nombra a Pedro Arias Dávila en una posición que interfiere con la de Balboa.
Y comienzan, como en los tiempos modernos, las obstaculizadoras fricciones, tan perjudiciales en los organismos estatales y las acusaciones mutuas aumentaron con los días. El obispo del lugar propuso que Vasco Núñez se casara por medio de un poder, con una de las hijas de Pedrarias. La idea no cristalizó.
Pedrarias condena entonces a su rival a morir decapitado junto a cuatro de sus asociados. La condena se cumple en el poblado de Acla en presencia del pueblo, y la cabeza del infortunado quedó expuesta para que sirviera de escarmiento.
Esto demuestra que desde hace siglos nos han enseñado raíces para nada útiles ni humanas. ¡A ver si nos olvidamos de ellas de una vez por todas!





