CAMBIO DE ROLES

Los mosquitos regando ‘flit’

Los mosquitos regando ‘flit’
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De pronto pareciera que a este querido país lo han puesto “patas parriba”. Los más connotados colaboradores de la dictadura, como la época de los fusiles y las botas les expiró, mejor dicho se la expiraron, ahora se han armado con unas inmaculadas alas de angelitos, una diadema de santos y una carita de “yo no fui”, que el que no los conoce que los compre. Y el que los oye, “no quiebran un plato”. Voceros de una honestidad y una tolerancia que cuando les tocó, fue lo que menos practicaron.

Hicieron coro en el alumbramiento de su colectivo político en los cuarteles. Cómplices activos o pasivos de cuanta aberración tuvo lugar durante su dictadura. No los espantó ni el abominable crimen de Hugo Spadafora.

Recordemos que luego de esa barbarie, continuaron durante más de cuatro años dándose “besitos de lengua” con su victimario. Ahora, sus originales y sus descendientes, arropados con un manto de falsa honestidad, saltan, no solo a cuestionar a los actuales gobernantes, sino a dar como un hecho la culpabilidad del actual gobierno y directamente del Presidente, en delitos, que la verdad es que hay que reconocer que ellos los deben conocer muy bien, porque casi los inventaron. Y se dieron gusto practicándolos durante 21 largos años.

Pero el tiempo pasa. Todo evoluciona y hay que esperar que sea para bien. Al menos parece reconfortante escucharle a algunos líderes post mórtem del PRD, una crítica política que conserva esa nota, decente y comedida, que es lo que espera la población de la clase política. A pesar de encontrarnos en círculos distintos de simpatías políticas, me parecieron apropiadas las expresiones de Anel Bolo Flores en una entrevista que le hiciera un programa de televisión. Un contraste con la hiel que destilan directivos de su partido. Es como la generación del medio, porque los mozalbetes, como que ya hicieron su primera práctica de andar por caminos tortuosos.

Nadie con un sentido de la decencia puede justificar un acto pecaminoso. De servidor público ni privado alguno. Pero los niveles a que se han llevado las cosas, actualmente, muestran una clara pérdida de objetividad. Los medios de comunicación pierden el sentido de la orientación, cuando arremeten contra funcionarios del Gobierno, sin que nada les conste. Y cuando eso llega a la exageración a la que la han llevado, no falta mucho para que en vez de desprestigiarlos, ese acoso se convierta en simpatías hacia los vilipendiados. Una reacción lógica en la naturaleza humana. Y una muy lastimosa pérdida de credibilidad en los medios de comunicación. Ahora resulta que los facinerosos de la dictadura son los “hijos predilectos” de los medios. Los dueños de la verdad. Desde la tarima de los mismos medios que durante su gestión, primero se robaron y cuando renacieron, destruyeron a su antojo. Este mismo diario nuestro, al que tanto daño hicieron, ya cansa dedicando todos los días sus caricaturas, sus primeras planas y casi todos sus editoriales a lo mismo. Censurar y hacer burla de los gobernantes. Eso no es ser objetivo. Eso no es informar. Hay de todo.

No es mi intención aparecer aquí abogando por el gobierno. Creo al Presidente capaz de defenderse solo. Y aclaro que personalmente no le debo nada. Encuentro que este gobierno tiene cosas buenas y otras que no comparto. Y parece que la población en sí, no se ha arrepentido de la selección que hizo al momento de emitir el voto en las pasadas elecciones. Entre la vergüenza de volver a los personajes tenebrosos del pasado, o elegir a una persona cuyo carácter no era un secreto para nadie. Muy distinto a la mansedumbre del entonces inquilino de Palacio. Aunque finalmente este caballero no resultó tan lerdo en sus finanzas. Así decidió y según las encuestas, aún opina la mayoría de la población. Ahora lidiemos con ello. Como personas decentes y responsables, salgamos a censurar lo que nos parezca incorrecto y procuremos su corrección. Pero no dejemos que el protagonismo lo tomen aquéllos que carecen de toda autoridad moral para pedirle cuentas a nadie.

Y cuando todo termina, la culpa de todo lo malo, es de la cabeza. Aunque contribuyeran varios: Los conocidos “cepillos”. Los indolentes. Las ovejas, que solo escuchan la voz de su pastor. Y otros más tenebrosos. Los frustrados, que con todo el dinero del mundo, nunca llegarán a la cima del poder. Pero aparentando conformidad en una segunda fila, actúan creándole al que ocupa el sitial con que ellos sueñan en vano, un cúmulo de problemas innecesarios. Todos en perjuicio del bolsillo de la población. Nadie debe darle consejos a quien no los ha pedido.

Pero la democracia, que tanto nos costó a nosotros recuperar, sí nos permite opinar. Y sobre vanidades como haber destruido un edificio irreemplazable y desmembrar otro, para hacerse una torre, como un tributo un ego insatisfecho, debo decir lo siguiente: Tiempo atrás, en el campo humilde, donde no había papel higiénico, la solución era una “tuza”.


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