Dice una lectora que no acepta que ya es una abuela y les prohíbe a sus nietos llamarla así porque eso le aumenta los años.
Es que hay quienes creen que la edad depende de muchas cosas, menos de lo que en verdad tiene una responsabilidad directa en ella: los años. Por eso, así como en otros ámbitos están los limbos jurídicos y de otros tipos, la vida de las féminas está compuesta de “limbos añales”.
Primero, cuando ya no somos niñas ni florecemos aún como mujeres, buscamos objetos que nos ayuden a demostrar que somos mayores.
Nos ponemos entonces el brasier sin casi tener senos, zapatos de tacones sin saber dominarlos y experimentamos con el maquillaje de manera grotesca, quedando como payasas de circo de temporada.
(Y esta es la única vez en nuestras vidas en que anhelamos que esto ocurra. Pronto vendrá la hora de quitarnos los años, con cierta timidez primero, uno o dos, y luego con un total desenfado, cinco y hasta seis de un solo tajo, no importa si quien nos pregunta siempre tuvo igual edad que nosotras).
“No, te equivocas”, le decimos, “es verdad que fuimos a la escuela juntas, pero yo era tres años menor, recuerda que me pasaron de grado”
Luego las cosas cambian y el cuerpo también. Entonces nos quitamos el brasier para lucir los senos, cambiamos los tacones por zapatos bajitos para vernos modernas y usamos cero maquillajes para mostrar un look natural, de rebeldía.
Pero el tiempo no para, los años siguen y los cambios también, y la frescura y lozanía de la primavera se las lleva el pájaro de la juventud que se aleja raudo en busca de otros estrados más frescos y límpidos.
Llega entonces la etapa de ponernos nuevamente el sostén para subir lo caído si no lo hemos “reparado” antes, los tacones para ser elegantes y otra vez el gran maquillaje medio exagerado a veces, que más que restar años los acrecienta sin que las portadoras se den por enteradas. En esta etapa a algunas les da por llevar faldas muy cortas y escotes muy largos sin ningún reparo, todo a la carta.
Si en vez de eso dejaran que los años fluyan tranquilos y sin temor a las consecuencias, buscando una armonía en la apariencia, pero sin querer forzar aquello que no es posible, seguramente todas serían más felices y llevarían una vida más satisfactoria.
La edad es solamente el año en que nacimos más los vividos, no hay otra ecuación. Verse más jóvenes no tiene que ver con la inteligencia ni con posesiones, es solamente quién nació primero y quién después. Por eso siempre habrá personas más jóvenes que uno y personas mayores.