El salón de belleza es para mí más que un lugar en donde me ponen "bella". Es una sesión de terapia intensiva; es un lugar de desahogo espiritual; es un centro político; es el lugar de los "bochinches". Cuando salgo de allí no sólo salgo más hermosa, sino más consolada, reanimada e informada de todas las noticias a nivel social, económico y político de Panamá.
Con todos los acontecimientos que han ocurrido últimamente en nuestro país, el tema principal de nuestras últimas tertulias ha sido sobre el mediocre y la mediocridad. Justo hace unos días me decía Ángel, uno de los peluqueros que trabaja allí: "Desafortunadamente, nosotros los estudiados, los inteligentes, los capacitados somos una especie en peligro de extinción. Quedamos muy pocos, ya que cada vez hay más y más mediocres en el mundo".
El problema es que existen muy pocas personas que pueden hacer algo al respecto. ¿Por qué? Porque resulta que los mediocres apoyan a los otros mediocres y al final vivimos en un mundo de mediocres. Recuerdo hace años cuando un banco de la localidad se tomó una empresa y, para mi sorpresa, los que conocían bien su trabajo fueron despedidos y los mediocres, que no sabían ni qué significaban palabras simples relacionadas con su trabajo, fueron dejados en sus puestos. Una vez, también, escuché a un ejecutivo comentar sobre cómo su empresa estaba llena de mediocres, pero nunca oí que despidió a alguno. Tuve una vez una secretaria (antes de las computadoras) que redactó muy mal una carta y yo se la corregí porque, después de todo, la carta llevaba mi firma, y la jovencita me contestó muy llanamente que si lo podía corregir con liquid paper. ¡Qué horror! Y así puedo seguir dando ejemplos de la mediocridad en que vivimos.
La mediocridad no está solamente en nuestra juventud, sino en todas las generaciones, en todos los estratos sociales, en todas las áreas (urbanas y rurales); en fin, en todas partes. ¿Qué podemos hacer nosotros, los que estamos casi en peligro de extinción y que somos tan pocos contra toda una multitud? ¿Qué podemos hacer cuando queremos enseñar lo correcto a personas cuya mediocridad les impide mejorar? ¿Qué podemos hacer cuando la justicia se vuelve injusta porque la mediocridad les impide actuar? ¿Qué podemos hacer contra los perezosos, los parásitos, los juega vivos, los inútiles cuya mediocridad les impide elevarse, ser cultos y responsables? ¿Qué podemos hacer cuando escuchamos a ciertos personajes decir estupideces porque la mediocridad les impide ver más allá de sus propias narices y no ven que lo que hacen o dicen no tiene coherencia ni sentido lógico? Por lo que soplan los vientos, absolutamente nada. Ellos ganaron la batalla. ¿Podríamos tratar por lo menos de que no se multipliquen más? Francamente, lo dudo.
¿Dónde están los cultos, los rectos, los justos, los que buscan la excelencia, una mejor calidad de vida y, sobre todo, que las cosas se hagan bien? Desapareciendo, ahogados por los mediocres y la mediocridad. Mi amiga Argelis me dijo que le gusta cómo siempre termino mis escritos positivamente; pero en esta ocasión no puedo, a menos que suceda un milagro.