El 20 de marzo es el día internacional de la narración oral; del cuenta-cuentos, de ese chamán que a viva voz evoca historias y leyendas, mitos y relatos; el fabulador de todos los tiempos, el juglar de memorias infinitas.
El 21 de marzo es el día mundial de la poesía, del arte de tejer palabras y hacer de la realidad un hecho poético, para darle sentido al mundo y a la vida, el poeta que evoca pasados para recuperar momentos legendarios e imaginar realidades posibles.
El narrador oral y el poeta. Dos criaturas pobladas de días idos, de guerreros, de épicas fantásticas, de pueblos perdidos. Uno abre la boca y deja salir pájaros y flores, peces multicolores, seres imaginarios y personajes aventureros; todo lo que pueda nombrarse en la tierra a través de una historia. El otro escribe palabras para llenar vacíos y silencios, invoca un estado de gracia, un instante sagrado, desde diversos lenguajes dialoga con la herencia de la patria, se rodea de infinitos universos para llegar a sus fronteras. Es cántaro de voces, es balada, es raíz de los pueblos. Sin la poesía, no se puede entender el mundo.
La narración oral es un acto de conversación dimensionada con el otro que nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y a la humanidad. Este acto tiene muchas miradas. Es un acto de conversación que permite socializar la palabra y rescatar la memoria silenciada; es un acto de comunión, porque construye empatía con el prójimo; es un acto de sabiduría natural, que permite conocer saberes; es un acto de resignificación que nos conduce a nuevos significados; es un acto de la imaginación, donde el imaginario es un camino seguro a la creación, y es un acto de ternura, porque cuando se cuenta un cuento se reparan heridas que la vida ha dejado.
La poesía tiene similares actos. Un acto de búsqueda constante para llenar silencios; por eso Noé Jitrik habla de que la poesía es un conjunto de ausencias por su capacidad para forzar la realidad y buscar en ella lo imposible a través del lenguaje; es un acto de confrontación, porque el poeta ejerce una forma de violencia, una violencia que Wallace Stevens decía viene del interior del poeta para confrontar la violencia externa de la realidad; la poesía es un acto de revelación, porque revela otra realidad del mundo y la deletrea con palabras e imágenes; es un acto de construcción, porque con la imaginación y la creatividad se construyen ideas.
Narración oral y poesía son dos construcciones sociales que se relatan. Sus narrativas están implícitas e implicadas en la cultura y en la memoria colectiva de los pueblos. Los estudios culturales y antropológicos más recientes evidencian el vínculo estrecho del patrimonio inmaterial (narración oral) y la creación (la poesía) con la memoria, la historia y los derechos humanos, y su importancia en la formación de la ciudadanía actuales.
La narración oral es reservorio de la memoria social y del pasado ancestral y reciente; la poesía es el discurso de la identidad en la inserción cultural y el imaginario social.
Escuchar cuentos hace que pongamos en perspectiva nuestros pensamientos y ayuda a organizar desde el interior nuestros saberes cotidianos; escuchar y leer poesía mantiene abierto el pensamiento y nos prepara para cuestionar y dudar de las contrariedades que afectan esa cotidianeidad. La palabra hablada es una complicada experiencia de comunicación que permite explicar el mundo y sus laberintos.
La palabra escrita, el poema, es otra experiencia simbólica que representa el mundo, su imagen y su posibilidad.
Narración oral y poesía. Para el descubrimiento, para conversar, para recordar, para resistir, para postergar la muerte. Ambas vienen de territorios milenarios, con sus asombros y temblores, sus angustias y alegrías, con sus poderes y sus milagros; vienen para hacer que sucedan las cosas, para que nazcan nuevas constelaciones en el escenario de la humanidad.
Sin la narración oral y sin la poesía la vida no tendría sentido. Los seres humanos estamos tejidos de palabras, de arrullos, de cantos, de ritos, de ceremonias donde la palabra es fundamental para describir el deseo, la ilusión, la utopía y los proyectos de vida.
Imaginemos por un momento un mundo sin historias, sin mitos y leyendas, sin relatos ni poesía. Sería imposible recordarnos, contarnos, reconocernos, convocarnos y comunicarnos. Las palabras están implícitas en la vida. Con los cuentos y la poesía hemos representado el mundo desde sus inicios y nos hemos acurrucado con poemas y relatos.
En estos tiempos de incertidumbre y miedo, la humanidad resistió desde muchos frentes como la ciencia y la tecnología; pero los versos cantados desde los balcones, la poesía leída desde múltiples soledades, las historias de héroes reales como sacados de los cuentos, los relatos y cuentos innumerables que salieron de los cuenta-cuentos en medio de la pandemia, estuvieron presentes para algún día contar lo que nos pasó. Porque la poesía y los cuentos estarán con nosotros hasta el fin.
A los (as) narradores(as) y poetas del mundo...
El autor es escritor

