Lo que una neurona le cuenta a otra

Eva Aguilar eaguilar@prensa.com De lo que una neurona le diga a otra, esta a la de más adelante y así sucesivamente, depende prácticamente todo el funcionamiento de nuestro organismo, incluidos los estados de ánimo como la alegría y la depresión, y la forma en que reaccionamos a diversos estímulos como el frío, el calor y el miedo.

No obstante, a diferencia de lo que ocurre cuando conversamos -el mensaje que se lleva cada quien es producto de su propia interpretación -,las neuronas no se permiten el lujo de interpretar: sus mensajes son precisos y no admiten duda alguna. Mientras la gracia de una charla puede estar en los “accidentes” que sufre el proceso de comunicación, el día que las neuronas empiezan a funcionar con “criterio propio”, saltándose el protocolo, las consecuencias son funestas e irreversibles.

Las neuronas son las células que forman el cerebro y los nervios. Aunque existen diferentes tipos que se distinguen por su forma y tamaño (y por lo tanto, por las funciones que realizan), su estructura básica está compuesta de un cuerpo celular (soma) del que parten dos tipos de prolongaciones: el axón, largo y fino; y las dendritas, numerosas, cortas y ramificadas. Ambas tienen la tarea de conducir los impulsos que viajan a través de la neurona; las dendritas desde fuera de la célula hacia el soma, y el axón desde el cuerpo celular hacia las ramificaciones (dentro del axón las moléculas viajan en ambas direcciones).

Eso, a grandes rasgos, es lo que ocurre dentro de la célula. Pero, ¿cómo se comunican unas neuronas con otras?

Los mensajes no llegan por continuidad, sino que lo hacen por contigüidad. Dado que las neuronas no están inmediatamente conectadas, utilizan un sistema de contacto especializado que recibe el nombre de sinapsis, y que se establece entre el axón de una célula nerviosa y el cuerpo, o una dendrita, de otra.

Lo que tardaron mucho en descubrir los científicos fue si la información viajaba en forma de corriente eléctrica o si lo hacía a partir de la liberación de sustancias químicas. Cuando ya prácticamente se había aceptado por completo el modelo de la sinapsis química, se descubrió que en algunos circuitos nerviosos, como en el de la retina del ojo, las neuronas se comunican por sinapsis eléctrica.

Inducida la corriente de información, son los neurotransmisores (moléculas biológicas que tienen distintas funciones) los que sirven de mediadores para la transmisión del impulso nervioso y provocar respuestas en la neurona a la que va destinado el mensaje.

Si bien las células neuronales son las responsables del funcionamiento del sistema nervioso, son otras las que cuidan de ellas mientras trabajan. Las células de glía (astrocitos, oligodedrocitos, microglía y células de Schwann) no participan en el proceso de transmisión de señales. Están allí para recubrir la neurona y servirle de aislante, proporcionarle el soporte físico y los nutrientes que necesita para crecer, y defenderla de las infecciones que podrían causarle los elementos tóxicos que viajan en la sangre.

Reemplazo

En los últimos años, estudios hechos en animales adultos echaron por tierra la teoría largamente sustentada de que las neuronas que se formaban durante el periodo embrionario eran para toda la vida. Si estas morían, nunca más volvían a ser reemplazadas.

Los científicos han encontrado que en algunas partes del cerebro de canarios, monos y ratones, las neuronas viejas son reemplazadas por nuevas, algo que también podría ocurrir en los humanos. Aunque algunos juegan con la hipótesis de que este puede ser un mecanismo del cerebro para generar mayor capacidad de memoria a medida que el individuo necesita guardar más información, lo cierto es que no se sabe por qué ocurre el reemplazo.

Pero cuidado, los términos reemplazo y regeneración no deben ser confundidos. Aún es cierto el hecho de que las neuronas dañadas se regeneran con mucha dificultad, y en la mayoría de los casos no lo logran. De allí que existan enfermedades neurodegenerativas como Parkinson y Alzheimer.

La neurología no tiene aún la capacidad de dar respuestas a los problemas de daño cerebral. En los próximos años, será la genética la que ayudará a la ciencia médica en su trabajo de confeccionar tratamientos que induzcan a los genes a producir neuronas de reemplazo cuando haya enfermedad. Pero antes, la investigación básica tendrá que terminar de identificar cuáles son los genes que emiten las órdenes para la producción de neuronas en cada uno de los momentos del desarrollo del individuo.

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