Exclusivo Suscriptores

‘No mires arriba’ o la metáfora de la velocidad y la distracción

‘No mires arriba’ o la metáfora de la velocidad y la distracción
Don't look up, película de Netflix.

He querido comenzar mi primer artículo de 2022 con una reflexión inspirada después de ver la película No mires arriba (2021), del director Adam McKay y el escritor David Sirota, la cual ha merecido varios comentarios no solo de críticos de cine, sino también de científicos del clima, investigadores sociales y escritores.

Don’t Look Up es la historia de un par de jóvenes científicos que descubren un cometa, un asesino de planetas, como le llaman ellos para ser más ilustrativos. El cometa ha sido descubierto por Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), estudiante de posgrado en astronomía. El hallazgo es respaldado por su asesor de doctorado, el doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio); ambos son científicos y no son cualquier cosa en términos de conocimientos. Advierten que el cometa impactará la tierra en poco más de seis meses.

Pese a que la posibilidad del impacto es del 99.7%, un indicador que es para brincar como un saltamontes, la máxima autoridad toma el asunto con la mayor indiferencia, incluso, hace esperar a los científicos varias horas antes de atenderlos. Los científicos tendrán que lidiar con un militar corrupto que les vende el agua que es gratis en la Casa Blanca, un secretario de Gabinete que es un estúpido y una presidenta que está más preocupada por su reelección que por el fin del mundo.

No soy muy feliz espoileando películas, por lo tanto solo añadiré que los jóvenes científicos van a pasar por las calamidades y vergüenza más absurdas, como ir a los medios de comunicación a divulgar su terrible descubrimiento, pero donde es más importante la relación amorosa de una cantante de pop y un DJ que la noticia del fin del mundo. La travesía de pánico de los científicos para tratar de convencer a las autoridades de que hay que hacer algo para salvar el mundo será la parodia de la estupidez humana que ilustra en muchas formas la indiferencia y la nula atención ante la evidencia científica y lo que poco le importa a los que tienen el poder de salvar el planeta.

La cinta es una sátira de la realidad idiotizada, en la que los medios de comunicación y sus contenidos frívolos, los poderes institucionalizados, los millonarios que controlan los avances tecnológicos, las redes sociales y sus influencers y la cultura mediática quedan expuestos y ridiculizados; al mismo tiempo, hay una crítica directa a la forma en que la sociedad civil aborda sus problemas desde la ética y pierde el poder de solidarizarse con la razón; un mundo donde la gente está distraída y preocupada por cosas inútiles.

Vuelvo al inicio. ¿Por qué comenzar el año con un artículo que parece favorecer una película que es pura ficción y que al final invita a la gente a sentarse a ver Netflix ? Creo que serviría de algo recordar que muchas de las personas que toman decisiones políticas en el mundo, en cada uno de nuestros países, aún se niega a reconocer la evidencia científica del cambio climático. Está película es una metáfora de la velocidad de cómo estamos acabando con este mundo desde dos frentes: desde la indiferencia política y la frivolidad cívica.

Escribió Pedro Kalmus, un científico del clima que vio la película: “El sistema de la Tierra se está desmoronando ahora con una velocidad impresionante. Y los científicos del clima se han enfrentado a una tarea de comunicación pública aún más insuperable que los astrónomos de Don’t Look Up, ya que la destrucción del clima se desarrolla durante décadas, a la velocidad del rayo en lo que respecta al planeta, pero glacialmente lenta en lo que respecta al ciclo de noticias, y no es tan inmediata y visible como un cometa en el cielo”.

Solo para refrescar la memoria, recordemos que en la COP26, que fue un fracaso, hubo una representación significativa de delegados asociados a la industria de los combustibles fósiles con intereses puntuales. Esta industria ha pasado años negando y retrasando la acción real sobre la crisis climática. El expresidente Donald Trump, de Estados Unidos, y el presidente Jair Bolsonaro, en Brasil, se burlaron de los científicos mientras ardía el Amazonas. Empresarios, emprendedores y magnates millonarios que hoy controlan las principales redes y el tráfico del comercio no hacen nada por el cambio climático. Podríamos pensar que estos personajes y su ciega voluntad de poder tienen un papel en la ficción que estamos comentando.

A nivel local, es lícito invocar la frase muerta que dice: “mira para otro lado”, cuando no queremos ver nuestra propia realidad. Tal vez aquí, en nuestra realidad, es todo lo contrario; nos entretienen mirando para arriba para que no miremos hacia los extremos, porque en los bordes es donde se esconde nuestra miseria y pobreza, la delincuencia y el tráfico de drogas, el hacinamiento familiar en los suburbios, la degradación ambiental, el desempleo y el trabajo informal, el analfabetismo crónico y funcional, la infancia y la juventud olvidadas, la despreocupación social, el juega vivo, el clientelismo político, la corrupción, la falta de cultura y educación, problemas que no son tan devastadores como un cometa, pero cuya velocidad nos está destruyendo y amenaza el futuro.

Feliz año nuevo.

El autor es escritor


LAS MÁS LEÍDAS

  • Naviferias 2025: el IMA anuncia horarios y lugares del 15 al 19 de diciembre. Leer más
  • Reprogramación de pagos del Ifarhu 2025: quiénes cobran este lunes 15 de diciembre. Leer más
  • CSS anuncia pago de pensiones y bonos especiales a jubilados el 19 de diciembre. Leer más
  • Emiten alerta epidemiológica por aumento de influenza A en la región. Leer más
  • Gobierno anuncia acuerdo sobre salario mínimo: así quedarán algunas tasas por regiones. Leer más
  • Del poder a los tribunales: los casos que cercan a altos funcionarios del gobierno de Cortizo. Leer más
  • El rol de Ramón Carretero en el envío de petróleo venezolano a Cuba. Leer más