Una noche de romance y merengue

A pesar de que hubo problemas de sonido en al menos tres canciones, el concierto del cantautor dominicano Juan Luis Guerra, celebrado en la noche del jueves, fue un verdadero disfrute. Primero, porque este artista, ganador de tres Grammy, tiene una gran cantidad de éxitos que obligan a bailar, a cantar o a pensar; segundo, porque casi todos, sino todos los asistentes, se sabían las canciones y porque estas, en general, traen muy buenos recuerdos.

En el evento, realizado en Amador, se notaba la seguridad por todos lados. Para el público que compró boletos de 100, 75 y 50 dólares habían mesas; el público que pagó 25 dólares tuvo que conformarse con estar parado al fondo durante toda la noche. Recordaban a un grupo de refugiados porque estaban agolpados contra las cuerdas que los dividían del resto de los asistentes.

Pero quizá, estos fueron los que mejor la pasaron, porque en las secciones más costosas no había realmente espacio para bailar, a pesar de que la mayoría de las canciones de Guerra son 100% bailables.

A las 8:53 p.m., Osvaldo Ayala, vestido con una camisa azul y pantalón negro, apareció en el escenario que tenía tres pantallas: una en cada extremo de la tarima y una tercera al fondo del escenario. Para ese entonces, la gente aún estaba llegando y ubicándose en sus puestos.

Ayala tocó unas seis canciones: Morena, si tú quisieras, Sentimientos del alma, Anhelos, Esperando el Carnaval, Eres mi canción y Brindando con el alma. El Escorpión de Paritilla terminó a las 9:20 p.m.

A las 9:58 p.m., rodeado de luces azules, inició su presentación el cantautor dominicano montado en una bicicleta y cantando Rosalía. Vestía pantalón negro, camisa manga larga de mezclilla, otra blanca por dentro y una boina negra.

Durante los primeros minutos de la segunda canción, Vale la pena, hubo problemas de sonido y no se escuchaba la voz de Juan Luis Guerra.

Durante la tercera canción, Niágara en bicicleta, aparecieron cuatro bailarines, quienes amenizaron varias canciones durante el show.

Antes de cantar Woman del Callao, Guerra saludó al público y comentó que el calor era parecido al de Santo Domingo; les dijo que se podían parar y bailar porque iba a ser una noche de “romance y merengue”. Agradeció el cariño de los panameños y a la Fundación Ofrece un hogar.

Esta canción, que comenzó al ritmo del reggae y luego cambió a merengue, fue la que verdaderamente “prendió los ánimos” de la gente, que saltó de sus sillas y empezó a bailar.

Los que no se pusieron a bailar con la canción anterior lo hicieron con Visa para un sueño. Siguieron Me enamoro de ella y luego la balada rock, ”Quisiera”, de su compacto Ni es lo mismo, ni es igual.

Si tú te vas, que cantó el coro del intérprete, integrado por dos hombres y una mujer, volvió a entusiasmar a la gente, aunque de nuevo hubo problemas de sonido con uno de los micrófonos.

El público cantó a la par de Juan Luis con Ojalá que llueva café, Como abeja al panal y Carta de amor.

Romanticismo En Burbujas de amor, el artista dominicano puso a los hombres y a las mujeres del público a competir para ver cuál género cantaba mejor o se sabía mejor la letra. Al igual que en Venezuela y Guatemala, las mujeres triunfaron. Durante esta canción, salieron burbujitas del escenario y al final, Guerra pidió al público que en ese momento le dijeran a su pareja que la querían mucho.

Antes de cantar Testimonio hubo nuevamente problemas de sonido cuando intentó explicar por qué la escribió. Ante las protestas y silbidos del público, arreglaron el desperfecto técnico y Guerra procedió a contar que la canción habla de lo que él experimentó antes de entregar su vida a Dios: “tomaba pastillas para dormir y sentía un vacío a pesar del dinero y la fama que había acumulado”. Esta canción solo fue acompañada de una guitarra que él mismo tocó. Aunque había gente que escuchó con atención esta balada, otros no paraban de hablar, como si el artista no estuviera allí, cantándoles una canción tan significativa para él. ¿Guerra los habrá escuchado?.

A esta balada le siguieron La hormiguita y Tú, esta última la cantó solo el coro.

Luego de la presentación de los integrantes de la orquesta, salió al escenario uno de los músicos con un güiro y le aplicó al público una “prueba de ritmo” en la que tenían que repetir una combinación de frases con la sílaba “cha”. El público pasó la prueba.

Acto seguido, apareció otro músico con una tambora, quien ejecutó un solo espectacular.

Posteriormente, Guerra cantó La cosquillita y concluyó con La bilirrubina. Se despidió a las 11:30 p.m., pero regresó cuatro minutos después ante el clamor de “¡otra!, ¡otra!” .

A su regreso, cantó tres canciones, entre ellas, Bachata rosa (inspirada en un poema de Pablo Neruda) y Mi PC. A las 11:46 p.m. dio las buenas noches finalmente.

A la salida... La salida del lugar fue bastante rápida, sino la más rápida, en comparación con otros lugares donde se han efectuado eventos de este tipo. Además, hubo suficiente estacionamiento.

Los organizadores del evento habían prometido a La Prensa que le avisarían, finalizando el concierto, para que participara de una conferencia de prensa; sin embargo, los organizadores no avisaron y cuando se intentó pasar al backstage, y a pesar de mostrar acreditaciones, las unidades de seguridad negaron la entrada aduciendo que no se les había informado de eso y se negaron a localizar al promotor, Alfredo Arias.

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