Leticia Paddy de Holder
El 5 de noviembre de 1903, es una fecha en el calendario de la Patria de gran trascendencia y significación para todos aquellos que somos y nos sentimos orgullosamente colonenses. Lo sucedido en esta región del país determinó una de sus funciones como parte integrante de la nación panameña.
Y es que la historia de los pueblos no es hechos pasados y olvidados que únicamente desempolvamos en días como hoy; la historia de los pueblos es la simiente sobre la cual se edifica un presente y se construye un futuro. Es precisamente la actitud de ignorar e incluso soslayar el pasado glorioso de esta ciudad, la razón por la cual se ha olvidado cómo han contribuido en el engrandecimiento de esta pequeña Patria que como dijera Ricardo Miró, Cabe toda entera dentro de nuestro corazón".
Una vez que el Senado colombiano rechazó los tratados Herrán-Hay, cuyo principal propósito era el de transferir los derechos de construcción del Canal de Panamá de la compañía francesa al gobierno norteamericano, nuestra separación era inminente. Los gestores de la patria, dirigidos por Manuel Amador Guerrero y José Agustín Arango, fraguaron los planes de la ansiada libertad; planes que estuvieron en grave peligro en la madrugada del 3 de noviembre de 1903, cuando arribaron a las costas de Colón el vapor Cartagena y el navío mercante Alexander Bixio con aproximadamente 460 soldados debidamente armados, pertenecientes al batallón III Tiradores al mando de los generales Juan B. Tovar y Ramón G. Amaya, y dispuestos a arrancarle al Istmo sus sueños de libertad.
Los momentos más tensos de la gesta separatista se vivieron entonces; se precisó de la astucia, la inteligencia y la diplomacia del hombre de Colón, para hacerle frente a las armas y a un contingente de soldados dispuestos a incendiar la ciudad, como en reiteradas ocasiones amenazó el coronel Eliseo Torres. Este había quedado al mando del Batallón Tiradores cuando, con anuencia del superintendente del Ferrocarril coronel Shaller y como una acción estratégica, se trasladaron a la ciudad capital los generales Amaya y Tobar.
A su llegada a la ciudad de Panamá, Tobar y Amaya fueron arrestados. En horas de la tarde, se fue reuniendo el pueblo en el Parque de Santa Ana en cabildo abierto, y se redactó entonces el acta de independencia. Acto seguido, se proclamó la República y se iniciaron los festejos.
Mientras, en la ciudad de Colón permanecía en actitud beligerante el Batallón Tiradores.
Fueron días de profunda angustia para los habitantes de la ciudad; pero tanto hombres como mujeres asumieron con responsabilidad el sacrificio que le imponía la Patria, exponiendo sus vidas y seguridad, para evitar el traslado del Batallón Tiradores a la ciudad capital.
No fue hasta las 7:00 p.m. del 5 de noviembre, que Eliseo Torres y sus soldados abandonaron las costas colonenses en el vapor Orinoco, gracias a la valiosa participación de don Porfirio Meléndez, su hija Aminta Meléndez, Juan Antonio Henríquez, Orondaste Martínez, Carlos Clement y otros que le hicieron entender a Eliseo Torres que su causa estaba perdida.
Inmediatamente, Juan Antonio Henríquez envió un telegrama a la junta de Gobierno en la ciudad de Panamá, que textualmente decía Solo ahora (7:30 p.m.) la independencia de Panamá está asegurada.
Y es que esta Patria a la que tanto amamos nació libre e independiente en la ciudad de Colón. Y que no lo acepte el resto de la República es una situación que ofende y lastima a todo un pueblo, que ha jugado un papel decisivo y preponderante en las más sublimes luchas sociales, políticas y estudiantiles del país.
Han pasado 98 años de esta gesta gloriosa, y la ciudad atlántica se enfrenta a un futuro incierto y a un presente ensombrecido por los problemas sociales y económicos que tanto le afectan. Pero a pesar de ello, los colonenses estamos dispuestos a conmemorar el 5 de Noviembre; con la frente en alto, con sus mejores galas, orgullosos de su sangre y su estirpe, los colonenses desfilarán por las amplias calles de la ciudad como un homenaje a sus próceres y a esa historia que muchos se niegan a valorar.
La autora es profesora
