En los seminarios de etiqueta, imagen y protocolo empresarial que dicto con frecuencia en empresas, instituciones y a personas particulares, cuento siempre a manera de anécdota que los símbolos de la patria ya no son los de siempre, sino que con el paso del tiempo uno nuevo se ha colado en la lista, con cierta timidez primero y con una fuerza arrolladora después.
Nosotros aprendimos en la escuela que los símbolos oficiales de la patria son la bandera, el escudo y el himno nacional, y los no oficiales la pollera, la flor del espíritu santo y el balboa, pero hoy notamos con una mezcla de vergüenza y asombro que uno nuevo ha surgido: ¡La hora panameña!
¡Con qué orgullo dicen casi todos cuando llegan tarde a un evento, (o sea siempre), "es la hora panameña", como si se tratara de un trofeo o galardón!
Nos invitan a un programa a las 8:00 esperando que lleguemos a las 9:00 para empezar a las 10:00. Y no se le ocurra a usted ser puntual, porque le sucederá, como me ha pasado en varias ocasiones, que será mal recibido, los anfitriones no estarán listos o le dirán con cara recelosa, ¡ay, pero qué puntuaaaaaaal!
Pero qué podemos esperar, si las personas que se supone que deben ser modelo y ejemplo del protocolo y el ceremonial, de la cortesía y las buenas maneras, son las primeras en burlarse de ello: en un diario local acabamos de leer que "El Príncipe de Asturias tuvo que esperar al presidente Torrijos, quien llegó a las 5:22 p.m., cuando la inauguración estaba programada para las 5:00 p.m.". ¡La hora panameña habrá dicho! Si además aclaramos que el distinguido visitante pertenece a una monarquía que es una de las cunas del ceremonial, el protocolo y la buena educación, y que el anfitrión es el Presidente de la República, la falta es doble.
Hay quienes creen que al llegar tarde a un evento se hacen los importantes. Otros simplemente nunca miran el reloj, lo hacen cuando ya es muy tarde o se atrasan sencillamente por los tranques, como si fueran la gran novedad y no la historia conocida y vivida por todos cada día.
Da risa, porque la verdad es que no hay tal cosa como "hacerse el importante"; se es importante o no se es, y además, por encima de la importancia que tengan o crean tener las personas, está la educación y el respeto que debemos a los demás.
Demuestre consideración y su buena educación llegando a sus citas a la hora o un poco antes, nunca después, y si tiene algún contratiempo de última hora, utilice el teléfono para avisar de su atraso.
Recuerde que lo cortés no quita lo in, y que lo fashion no está solamente en el vestuario y las joyas.