Podemos conceptualizar el trabajo infantil como una realidad producto de la pobreza en todas sus formas y otros factores dentro del seno familiar, que hacen que los infantes trabajen a temprana edad, lo cual conlleva una merma en su desarrollo físico, académico, personal y en algunos casos deterioro en su salud por causa de las tareas laborales realizadas.
Según la ultima encuesta de trabajo infantil, 29.9% de los padres declaró que al niño le gusta trabajar; a la vez reveló que de los 60 mil 702 niños trabajadores a esa fecha a nivel nacional, el 56.5% trabaja en la agricultura, sector con la mayor tasa de accidentes laborales en menores 72.6%.
Este problema, desde luego, es producto de múltiples factores socioeconómicos y, por tanto, amerita ser abordado desde diversas perspectivas, debido a la complejidad que implican los diversos patrones culturales que le dan sustento.
Hay opiniones de la población sobre este problema y su incidencia en los niños. Las más comunes sobre el tema se resumen en frases que peculiarmente escuchamos: “Trabajar los hace hombres”, “que trabaje para que aprenda que es responsabilidad”, “yo trabajé cuando niño”, entre otras. Estos comentarios nos permiten conocer el grado de conciencia de la población sobre el problema. Con esto no nos desentendemos de los factores sociales concretos que determinan el trabajo infantil, pero las conductas aprendidas son parte del círculo vicioso que postergan los problemas sociales.
Lo preocupante de la opinión generalizada es la legitimación de esta manera de pensar, que transmiten los adultos y es adoptada por infantes o adolescentes, que afrontan realidades y responsabilidades de adultos. Actuando de forma precoz frente a la vida y desdibujando su rol ideal de niños y niñas que, por su condición, deben estar en aulas, canchas de juegos y espacios para el desarrollo de sus talentos y virtudes, y no en las calles, vertederos, fincas o sembradíos.
La responsabilidad de todos, entendida la misma como el cumplimiento de las funciones correspondientes a nuestro rol social, es garantizar al niño, niña o adolescentes la oportunidad de trabajar en lo que les es propio, su preparación y formación para la vida adulta.
La niñez se vive solamente una vez en la vida, disfrutarla a plenitud nos garantiza un adulto desarrollado plenamente en diversas dimensiones. La ardua tarea por la erradicación y prevención del trabajo infantil no solamente implica sacar a los infantes del trabajo y garantizar su desarrollo académico, sino sentar las bases para una toma de conciencia colectiva por parte de la población panameña de lo inhumano y perjudicial del trabajo infantil en sus peores formas.