Tengo el gran placer de trabajar para la Caja de Seguro Social desde 1984, es decir 23 años. He escuchado muchas cosas sobre la CSS, buenas y malas, pero como médico me siento muy orgulloso de haber laborado todo este tiempo en esta institución, que a mi criterio es la mejor entidad de salud de nuestro país y muy probable de muchos países de la región.
Sin embargo, en los últimos años me ha llamado mucho la atención una frase que se ha convertido en la favorita de algunas personas que acuden en busca de atención. Esta frase es: "Yo pago tu salario", al tiempo que se dirigen al personal de salud de manera despectiva; y hasta periodistas y presentadores de noticias y programas, se hacen eco y respaldan esta frase. Qué lejos están de la realidad.
En primer lugar, es indiscutible que los funcionarios, ya sean públicos o privados, deben ejercer sus cargos con la máxima responsabilidad, pero con mayor firmeza en el sector salud, ya que la vida es el don más preciado que tenemos y que solo valoramos cuando la tenemos en peligro. Nadie puede objetar esta premisa y el que lo hace está totalmente equivocado.
Partiendo de lo anterior, entonces todos debemos tener vocación de servicio, independientemente de lo grosera y patán que pueda ser una persona que solicita nuestra atención. Pero en ningún momento esta persona puede pagar mi salario, y para ejemplo supongamos que un trabajador promedio que gana 600 balboas de salario (según datos de la Contraloría la inmensa mayoría de los panameños está en el orden de este salario), por ley aporta a la CSS el 7%, es decir, unos 42 balboas mensuales (es probable que gaste más en licor o fiestas). Con esta ínfima cifra no solo cubre los gastos de su salud, sino que le permite incluir hijos, no importa cuántos tenga, padres, esposas y otros. Con solo acudir una vez al mes y suponiendo que se haga cita médica general o especialista, laboratorios, rayos X, electrocardiograma, esto le cuesta a la institución mucho más de lo que la persona aportó. Ni hablar de si se hospitaliza o se hace exámenes caros como CAT, procedimientos cardíacos invasivos, cirugías, etc.; entonces, alguien que ni siquiera cubre con su aporte los gastos que le genera a la CSS, mucho menos puede pagar mi salario porque está en rojo con esta entidad de salud. No quiero decir que sea de caridad, pero es un hecho que la gente paga mucho menos de lo que recibe de la CSS.
Las personas no deben olvidar que el empleador paga el 11% aproximadamente y el Gobierno alrededor de 2%. Así que si el empleador es el Gobierno, éste estaría pagando a la CSS un 13% de los aportes y ese dinero que aporta el Estado es de todos.
Por otro lado, el verdadero valor de la CSS descansa en el concepto de solidaridad, tanto vertical como horizontal. Es decir, el no enfermo aporta por el enfermo, el más joven por el más viejo, el que más tiene por el que menos tiene. De hecho, los que más ganan son los que menos usan el Seguro Social y es muy probable que la mayoría de los médicos estén en ese grupo. Este concepto permite que gente que paga muy poco utilice el Seguro Social, así que tampoco puede decirse que ellos pagan mi salario. Por el contrario, con mis aportes (los cuales no utilizo), estoy permitiendo que ellos tengan acceso a servicios de salud que nunca hubieran podido pagarlos por lo costoso que resultan en clínicas privadas. Y esto sí me llena de satisfacción, saber que puedo contribuir en algo a mejorar la salud de los que la necesiten.
Desde otro punto de vista, el personal de salud, primordialmente el grupo médico, debe declarar impuestos sobre la renta todos los años sin excepción, los cuales en la mayoría son altos. Este dinero recogido por el Estado se supone se utiliza para el bien de la comunidad, en obras de interés social como parques, calles, salud, escuelas, etc.
Las personas que ganan menos de 700 balboas no declaran ni pagan impuestos, entonces, no contribuyen al fisco nacional, por lo tanto, no aportan al fondo del Estado utilizado para pagar a los funcionarios públicos.
Al final de todo, es totalmente al revés, somos nosotros los que terminamos aportando para mejorar la calidad de vida de los que dicen pagar nuestro salario.
Lo importante es que cuando se establece una relación laboral es porque hay una ecuación causa-efecto. Es decir, el Estado contrata a alguien con un conocimiento específico para que dé un servicio determinado. Eso es lo que hace el Gobierno a través de la CSS con el dinero que aporta en su gran mayoría el grupo profesional y empresarial del país sobre quienes descansa el mayor peso de los aportes al Seguro Social.
Finalmente preguntémonos quiénes son los que están acabando con la CSS. No hay que ir lejos para encontrar la respuesta. Son los propios asegurados, a través del juega vivo, que visitan varias policlínicas el mismo día para coleccionar medicamentos en su botiquín, los que le prestan el carné al amigo o vecino para que lo use ilegalmente, los que venden las medicinas, los que sacan citas y no van, los que no buscan los resultados de los exámenes, los que van todos los días a alguna policlínica sin necesidad real, los que no pagan las cuotas, los que intentan por todos los medios que los pensionen, aunque el comité se los haya negado, y así muchas cosas más.
Yo seguiré orgulloso de trabajar para la CSS y siempre lo haré con el mayor respeto, vocación, sensibilidad, humanismo, profesionalismo, dedicación y esmero, pero no aceptaré el irrespeto de alguien que no tiene la menor idea de lo que dice, al expresar "yo pago tu salario".
Yo aporto una gran cantidad en impuestos al Seguro Social y no siento que le pago el salario a nadie. Construyamos una nueva Caja de Seguro Social con el esfuerzo de todos, con un cambio de actitud, dejando tantas prácticas negativas... así haremos Patria.
El autor es médico