Los hongos son una clase completamente aparte del mundo de las plantas. No tienen clorofila, esa sustancia mágica que permite a las plantas convertir la luz solar en energía química para transformar en nutrientes los elementos de su entorno.
Los hongos constituyen su propio reino. Son pequeños seres que absorben su alimento de otros organismos o de la materia orgánica muerta, como hojarasca, madera y cadáveres de animales. Al hacerlo, brindan un servicio esencial en nuestros bosques, devolviendo al suelo los elementos vitales extraídos por las plantas.
Algunas especies de hongos son parásitas de humanos y animales, formados por una sola célula (levaduras). Otras son filamentosas, formadas por muchas células (mohos).
Los hongos filamentosos se caracterizan por crear estructuras cilíndricas invisibles. Esas estructuras forman filamentos muy ramificados, que representa la forma invasiva de los hongos patógenos. Un grupo importante de hongos patógenos no produce filamentos y solo presenta una estructura celular, como las levaduras.
Muchos hongos son útiles para los humanos porque sus cuerpos carnosos (setas) son alimentos. Otros son capaces de fermentar productos alimenticios (como pan, cerveza, vinos y quesos), y algunos producen sustancias que inhiben el crecimiento de bacterias.
Otros hongos son perjudiciales para nosotros. Algunos ocasionan enfermedades en humanos, animales y plantas cultivables, generando grandes pérdidas económicas. Unas 200 especies de hongos son patógenas de mamíferos, y unas 20,000 son patógenas de plantas.
Un hongo filamentoso que se encuentra ampliamente distribuido en suelo es el género Fusarium. Existen diversas especies de este hongo, que en su mayoría pueden sobrevivir en agua o suelo, alimentándose de materiales en descomposición. Otras producen sustancias tóxicas en cereales que pueden afectar la salud de personas y animales.
Algunas especies son importantes patógenos de plantas, que ocasionan el marchitamiento, enfermedad que afecta una amplia variedad de cultivos de importancia agrícola. Fusarium, como otros hongos patógenos oportunistas de humanos, ha adquirido importancia por el aumento en la incidencia de infecciones fúngicas en pacientes inmunodeprimidos, con infecciones localizadas, en muchas ocasiones mortales.
Conocer la biología de los hongos, reconociéndolos como agentes causales de enfermedades, es muy importante. De ello dependerá la eficacia de las acciones para controlarlos o aprovecharlos para garantizar la sostenibilidad ambiental, económica y social de la especie humana.
La autora es doctora en biociencias y ciencias agroalimentaria, y miembro de Ciencia en Panamá.
