En esta oportunidad, me motiva a escribir este artículo la necesidad que siento, como docente universitaria y antropóloga cultural, de señalar y comentar simplificaciones e invenciones que se han escrito recientemente, las cuales resultan inaceptables en el marco del pensamiento científico, así como de emitir algunas recomendaciones para adquirir las herramientas analíticas que nos permiten a los humanos profundizar y fortalecer el raciocinio que se le ha llamado científico desde Mario Bunge hasta nuestros días. Son gajes del oficio de profesor.
A manera de ilustración, voy a referirme a dos afirmaciones recientes sobre el aborto que indicaron que (1) el aborto no elimina la pobreza y (2) que una autora no representa a la mayoría de las mujeres en Panamá.
(1) La primera afirmación resulta de una simplificación burda de las siguientes premisas: (a) que el aborto clandestino, por ilegal, amenaza la vida de las mujeres pobres que abortan (premisa comprobable en las cifras de salud de los hospitales y centros de salud de la República); (b) que la mujer pobre se hace cargo de su familia, frecuentemente sola y que, por tanto, (c) se ha identificado la ayuda estatal e internacional a la mujer, como una estrategia de desarrollo más eficiente, según los organismos internacionales, los académicos y las IFI, que la ayuda concentrada en el hombre jefe de familia, como se hacía previamente. Este razonamiento compuesto de por lo menos tres premisas, complejas y fundamentadas en estadísticas nacionales e internacionales, no puede simplificarse caprichosamente en: "el aborto elimina la pobreza" para contradecir, seguida y fácilmente, esta falacia y cantinflada recién fabricadas para tal fin. Esta práctica es inaceptable académicamente y se reconoce como deshonestidad intelectual.
(2) Por otro lado, con referencia a la segunda afirmación, el pensamiento científico exige de metodologías como, por ejemplo, la búsqueda de evidencias cuantitativas o cualitativas que sirvan de fundamento o medida de sus afirmaciones. ¿En qué se basa la crítica para decir que la defensa del aborto despenalizado no representa la voluntad de otras mujeres? ¿Se basa en una suposición? ¿En un deseo de la crítica? ¿En una revelación divina? ¿En la observación de que son muchas las mujeres que van a la iglesia? o ¿En el hecho de que son pocas las mujeres que se expresan abiertamente a favor del aborto? La evidencia etnográfica sugiere que es probable que muchas de las mismas mujeres que van a misa aborten y/o estén a favor del aborto (y van a misa ¿por miedo a ser estigmatizadas? ¿por mantener su imagen? ¿en búsqueda de consuelo o perdón?). Si nos guiamos por las cifras de las mujeres que abortan y aplicáramos encuestas anónimas (que protejan la identidad de las entrevistadas) para medir (1) cuántas mujeres han abortado, (2) cuántas estarían dispuestas a hacerlo y (3) cuántas no abortarían, pero comprenderían a quienes lo hacen... entre otras variables, obtendríamos una mayor precisión en el tema que nos ocupa para poder afirmar o negar que una opinión sobre el aborto es representativa (un término, por cierto, estadístico) de un grupo social dado.
En suma, el pensamiento científico exige cuestionamiento, investigación, evidencias, análisis de las hipótesis, eliminación de las presuposiciones y sistematización de los resultados. Acoge la crítica, la oposición, la discusión y el debate con entusiasmo porque asume que esta es una dinámica inherente a la investigación científica. Su criterio de verdad se fundamenta en el paradigma, el cual equivale a un conocimiento comprobado y válido, por un tiempo dado, hasta que nuevas evidencias construyan otro paradigma nuevo, que compruebe la falsedad del paradigma anterior (por ejemplo, la tierra se consideraba plana hasta que el viaje de Colón comprobó que era redonda...). Tiende a ser innovador.
El pensamiento Cantinflas equivale al pensamiento popular, práctico, sin mayor educación formal. Es sabio en conocimientos prácticos y cotidianos, pero carece de metodología, lógica formal y de análisis. Suele proceder de la costumbre y la tradición. Tiende a ser suspicaz y conservador, aunque es susceptible al cambio y la innovación cuando existe una conveniencia inmediata y evidente en los cambios.
Por su parte, el pensamiento mágico-religioso es dogmático (no admite discusión, alega a cuestiones de fe), axiomático (se considera una verdad absoluta) y metafísico (su criterio de verdad se fundamenta en el origen divino de su conocimiento). Tiende a ser conservador y tradicionalista. Se considera infalible. En este sentido, no es extraño que se excomulgue por el simple hecho de disentir...
Estos tres tipos de pensamiento coexisten en Panamá. A veces, de manera combinada, contradictoria y especializada en las mismas personas. Somos científicos en algunos temas, supersticiosos en otros y pragmáticos en otros más. Lamentablemente para el desarrollo económico y la madurez política del país, en la Asamblea legislativa Nacional predominan el pensamiento Cantinflas combinado con el mágico-religioso. Por esto es necesario que el Estado insista en la educación científica y, por tanto laica, integral y coherente con el sistema de valores contenidos en la Carta Universal de los Derechos Humanos, como instrumento para el desarrollo nacional.
La autora es doctora en antropología y docente universitaria