En el transcurso de la vida nos hemos topado con personas de distintas calidades. Con orgullo y satisfacción nos recordamos de aquellas cuya calidad era excelente. Con vergüenza y pena nos recordamos de aquellas cuya calidad era media, de poco mérito, tirando a malo, definición que la RAE da de una persona mediocre.
Vivimos en un mundo rodeado de mediocres, que dentro de su mediocridad son expertos en artimañas y trucos que utilizan astutamente para engañar a los demás. ¿Será que los demás son más mediocres todavía? Hay un dicho que me encanta: En el país de los ciegos, el tuerto es rey. Y es justamente ese tuerto (uno solo basta) el que daña la sociedad aprovechándose de los ciegos que no ven o no quieren ver.
El problema es que "una manzana podrida malogra todo el barril". Con relación a la educación en Panamá, encontramos que el nivel ha decaído enormemente. Lo puedo apreciar entre mi época escolar, la de mis hijos y la actual. ¿Por qué? Porque al haber un solo mediocre en el salón, "justos pagan por pecadores".
He encontrado a muchos como éstos en mi vida y con tristeza he descubierto que prefieren mantener su mediocridad que mejorar sus conocimientos y sus habilidades con el hábito del estudio y la superación. No hacen ni el más mínimo esfuerzo por hacer las cosas bien. No le importa mejorar y tampoco deja que los otros mejoren; al contrario, obliga a que los demás bajen de calidad. El resultado: salen al mundo laboral personas mediocres. Tanto en los medios de comunicación, donde a cada rato hacen errores que no son de dedo y menos de palabra, como en las empresas privadas y públicas, los mediocres abundan.
¿Hasta cuándo vamos a tener que vivir en un mundo mediocre porque él es el "rey"? ¿Por qué por más que tratamos no podemos "sacarlos del barril" para que no sigan malogrando al resto? ¿Es que ésta es una pelea perdida? Yo creo que hay muchas más personas "no mediocres" en este mundo que algún día dejarán a las personas mediocres encogidas en un rincón lejano donde no puedan continuar haciéndole daño a nuestra sociedad.
La autora es comunicadora social
