La plaga de los pájaros changos

El 22 de octubre recién pasado salió publicada, en la Plana 2 de La Prensa, una información suscrita por Eduardo Espinosa sobre el problema que tiene el alcalde de David con los "talingos" en el parque de esa ciudad. Igual ocurre en otros parques, en Tocumen, en el Rey de Coronado y en muchos otros lugares del país. Aclaro, ante todo, que esos no son talingos sino "changos", que se han convertido en una plaga en todo el país. Son omnívoros, carroñeros y depredadores de lo peor, y están acabando con todas las demás especies de aves nativas pues se comen sus huevos e incluso a sus propios pichones. Es decir que donde ellos se instalan, quedan como únicas aves en el área. A las iguanas las atacan con sus picos afilados como agujas y les sacan los ojos, para después comérselas. Escarban y se comen las lombrices de la tierra, evitando que la fertilicen. Viven en las áreas habitadas por humanos, pues comen de la basura y además se "roban" los alimentos destinados para los animales domésticos (ganado, caballos, perros, etc.).

Quién sabe a qué otras especies depredarán, pero estoy seguro de que a muchas más. Son animales muy inteligentes y maliciosos que duermen en lugares iluminados para evitar ser presa de los búhos y lechuzas; es por esto que se les encuentran en los parques, áreas de estacionamiento vehicular y otros con buena iluminación artificial, dañándolas con la abundancia de su corrosivo y maloliente excremento.

Supongo que pueden transmitir algunas enfermedades a través de sus heces, sobre todo en los parques, pero corresponderá al Ministerio de Salud investigar esto.

En el libro Guía de las aves de Panamá, distribuido por ANCON, se les denomina Negro Colilgrande (Cassidis mexicanus peruvianus). Al igual que las urracas, es de la familia de los córvidos (cuervos). En el mismo libro (de 1993) se comenta que: "actualmente es virtualmente omnipresente y reposa en números increíbles en ciertos sitios, hasta el punto de que a veces se convierten en una molestia pública". Desde esa fecha, 1993, su número ha crecido y sigue creciendo a ritmo impresionante. Esta es una plaga que hay que acabar de la forma que sea necesario, inclusive matándolos, como he sabido que están haciendo en Costa Rica. Y espero que no salga por allí algún despistado que se oponga a esta alternativa, pues la verdad es que de ello dependerá la extinción o no de casi todas las demás especies de aves nativas, más beneficiosas y, lógicamente, más bonitas.

Debo enfatizar que son changos y que no se les debe confundir con los talingos o garrapateros, que son de igual tamaño y color (negro), aunque con pico no puntiagudo sino más parecido al del perico, animal casi doméstico, insectívoro y, por tanto, beneficioso para el humano.


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