Hace algún tiempo, cuando cursaba mi segundo año de licenciatura, el entonces administrador del Canal de Panamá, Alberto Alemán Zubieta, dictó una charla ante un grupo importante de empresarios y algunos estudiantes. No recuerdo con exactitud la razón por la que el inteligente ingeniero dijo lo siguiente: “El día en que la política se meta en el Canal, la vía se acaba”. Sus palabras se me quedaron grabadas para siempre.
Y esa sí que es una verdad de a puño, que jamás perderá vigencia. Dado los acontecimientos que hemos vivido en los últimos días, las palabras de Alemán cobran una vigencia significativa, pues debido a la actitud que asumió un grupo de trabajadores, con la complicidad de algunos diputados en la Asamblea Nacional, solo podemos pensar que si continúan así, se acabará el principal activo del país.
Las escenas que protagonizaron la semana pasada algunos diputados y los trabajadores que estaban en las gradas del hemiciclo legislativo rayaban en el irrespeto y dejaron mucho que pensar. Esos diputados demostraron un desconocimiento total de las leyes y reglamentos que rigen el Canal. En cuanto a los trabajadores, no estoy segura si son conscientes del daño que le están haciendo no solo al Canal, sino al país.
No critico que los diputados hayan citado al administrador Jorge Quijano para que explicara algunos acontecimientos relacionados con la vía, pero lo que sí es criticable es la forma tan vil e irrespetuosa como trataron a un hombre educado y trabajador, que está al servicio del Canal casi las 24 horas del día y tiene cerca de 40 años de experiencia laboral ahí, lo que evidencia su compromiso con la administración.
Nadie tiene derecho de tratar a un semejante de la forma en que algunos “padres y madres de la patria” trataron a Quijano, un hombre honesto a carta cabal, incapaz de robarse un centavo…¡al contrario!, siempre está pendiente de que las cosas se hagan con transparencia.
La verdad, ese día varios sentimientos se apoderaron de mí: tristeza, impotencia, rabia, dolor. ¡Qué inconscientes!, pensaba. Esos señores que estaban en las gradas, que no representaban ni siquiera el 1% de los más de 10 mil hombres y mujeres que laboran en el Canal de Panamá, no tenían ninguna razón para gritar ni irrespetar a un hombre que, de la manera más decente, respondía a las preguntas –algunas hechas de forma grosera– de los diputados, quienes además mostraron una falta de conocimiento espantosa en temas fundamentales del modelo institucional del Canal.
Señores…¡recapaciten! El Canal tiene que mantenerse como está pues precisamente por ser diferente le ha aportado al país casi $10 mil millones en los 15 años de administración panameña. ¿Será que quieren convertirlo en una piñata? ¡Eso jamás lo permitiremos los buenos ciudadanos de este país!