Es penoso observar la conducta que exhiben hoy algunas personas cuando venden o comprometen su sagrada dignidad y personalidad a cambio de un cargo público, bien sea ofrecido por algún político o por el gobierno de turno.
La dignidad y el carácter representan el recurso natural de todo individuo, que lo identifica en su vida pública, política, social, ciudadana y familiar.
Cuando un padre de familia envía a su hijo al colegio o la universidad es con la finalidad de que éste logre estudiar una carrera y saque un título que le sirva de garantía, a fin de hacerse una vida más independiente fuera del soborno, de la coacción y de la deshonestidad pública.
Sin embargo, observamos con gran pesar la penosa conducta de algunos funcionarios públicos, de todas las categorías, cuando se ponen al servicio de los interés del poder político y de los gobiernos de turno, sin el menor escrúpulo ni reflexión; sin tener presente si sus acciones lastiman su propia dignidad o el respeto a la justicia, a los derechos de la patria y a lo que sus padres les indicaron cuando fueron estudiantes.
Es decir, cuando varían toda su estructura personal y original a cambio de un cargo público, solamente para disfrutar de los privilegios y de las canonjías que les ofrece el cargo durante su vigencia.
Es mucho más preocupante observar que esos desmanes provienen de los elementos que ejercen los mayores cargos públicos dentro del engranaje político, gubernamental y social, lo cual afecta la imagen de la dignidad personal del funcionario, el respeto a la justicia, los derechos de cada cual, así como la imagen de la patria internacionalmente y, sobre todo, la memoria de aquellos que se fueron y de los que aún viven con la esperanza de haber sido pioneros de una nueva generación de orgullo para la patria, no servidores a condiciones de los poderes políticos y de los gobiernos de turno.
La dignidad personal en defensa de la justicia y de los derechos individuales debe ser el objetivo de todo funcionario honesto y respetuoso a la patria; teniendo en cuenta que los cargos son transitorios y la dignidad y la conducta quedan en el ambiente para censuras o reconocimientos de la sociedad.
