NUEVA YORK, EU. Hace un año que supuestamente nació el primer bebé clonado del mundo. "Eve" o Eva, según la Biblia "la madre de todos los vivientes", llegó al mundo hace un año el 26 de diciembre, y precisamente en Israel, la "tierra prometida".
Pero si Eve realmente existe y si fue clonada a partir de una célula de la piel de su madre, es un hecho que hasta ahora sigue sin ser demostrado.
La química francesa Brigitte Boisselier, la llamada obispo de la secta de los ufólogos raelianos, no llegó a proporcionar jamás una prueba de su existencia. Todo es silencio en torno a Boisselier, que fue quien supuestamente creó a Eve en su laboratorio.
Con su "buena nueva" del bebé clonado de Navidad, la investigadora causó expectación mundial. El presidente francés, Jacques Chirac, se manifestó indignado por tales "manipulaciones criminales" y exigió una prohibición de toda clonación humana con fines reproductivos.
El miedo a las posibles consecuencias apocalípticas se agudizó aún más cuando Boisselier anunció otros dos bebés clonados para comienzos de 2003 en Europa y Asia, respaldada por su colega italiano Severino Antinori.
Pero jamás se supo nada de los supuestos bebés clonados de Antinori.
El fundador y líder de la secta raeliana en Canadá, el ex cantante pop y corredor de Fórmula 1 Claude Vorilhon, ayudó a Boisselier a crear la firma Clonaid en Las Vegas y actualmente trabaja en un programa de computación de sexo virtual para posibilitar a la humanidad la vía hacia la era de la ciencia, declaró Vorilhon o "Rael", como se hace llamar hoy.
Para impedir que otras personas actúen como Boisselier y Antinori, la comunidad internacional quiere imponer una prohibición mundial a la clonación.
Pero, tal como ocurre con frecuencia en las Naciones Unidas, se discute ardientemente el "cómo".
Países de gobiernos conservadores encabezados por Costa Rica y Estados Unidos exigen una amplia prohibición que incluya también la llamada clonación terapéutica de células madre embrionales.
Sin embargo, en países más desarrollados como Gran Bretaña, China o Singapur creen que, con ayuda de células madre, algún día se podrán crear órganos y articulaciones sustitutivos para personas enfermas, y se defienden contra la exclusión de la clonación terapéutica.
