Durante las últimas semanas, Panamá superó la barrera de cinco mil pruebas diarias por la Covid-19, y se obtuvo la reducción de la proporción de pruebas positivas a 13%. Hay que celebrar este gran logro, dado los enormes retos logísticos y organizativos que conllevan.
Sin embargo, aunque se mantenga e incluso incremente marginalmente esta cifra, no será suficente para poder abrir completamente la economía nacional y la actividad escolar, dado el riesgo de que repunte la transmisión comunitaria, ejerciendo una fuerte presión sobre el sistema sanitario.
Pareciera que nos encontramos en un círculo vicioso sin salida, al menos hasta que se cuente con una vacuna segura y efectiva.
Según la OMS, si todos los países cooperan en aplicar medidas efectivas de control, podríamos esperar terminar con la pandemia de Covid-19 en unos dos años. Igualmente, el Pentágono ha estimado que la población norteamericana no podrá contar con la posibilidad de vacunarse de manera universal antes de mediados del año 2021.
Panamá enfrenta la perspectiva de una reducción del 9% del PIB este año, una suma mayor a seis mil millones de dólares, además de niveles insostenibles de desempleo y pobreza. ¿Podemos esperar pacientemente 12, 18 ó 24 meses más en esta situación?La buena noticia es que mientras esperamos por la vacuna, ya existe una opción tecnológica que permitiría la apertura completa de todas las actividades del país.
Se trata de la aplicación de pruebas rápidas por antígeno de flujo lateral -Direct Antigen Rapid Test (DART)- cuya sensibilidad es suficiente para detectar al 90% de los no contagiosos, con costo cien veces menor que la de la prueba PCR, y cuya lectura se puede hacer en casa. Consiste en una tirilla similar a la prueba casera de embarazo, con una muestra de saliva, y tarda sólo 15 minutos en dar un resultado. Su bajo costo (un dólar) y utilización frecuente, para efectos del control sanitario, compensaría ampliamente su menor sensibilidad relativa.
De adoptarse esta tecnología, en cada establecimiento se podría efectuar diariamente la prueba e identificar a los que serían contagiosos, dejando circular librement a todos los demás. De aplicarse masivamente esta intervención, la apertura económica podría darse sin limitaciones, salvo por la prudencia de mantener ciertas prácticas sanitarias, como el uso de mascarilla, el distanciamiento social y el lavado de manos. Se reduciría el número de casos dramáticamente.
El doctor Michael Mina, profesor asociado de epidemiología y experto en pruebas diagnósticas por enfermedades virales de Harvard, estima que si en Estados Unidos se produjeran y aplicaran 100 millones de estas pruebas diariamente, en tres semanas se podría reducir la pandemia a niveles mínimos con plena recuperación de las actividades económicas.En el caso de Panamá, esto equivale a un millón y medio de pruebas diaria, cuyo costo aproximado sería de unos 500 millones de dólares por año, lo cual representaría menos del 8% de las pérdidas económicas anuales esperadas de no controlarse la pandemia.
En Estados Unidos, hay varias empresas que están en capacidad ya de producir estas pruebas, y existen otras iniciativas similares en Australia, Israel y la vecina Costa Rica.
En efecto, un grupo de expertos costarricenses residentes fuera y dentro de su país ha hecho un llamado a las autoridades para una ampliación de la estrategia de testeo, recomendando hacer alianzas para financiar el desarrollo local de pruebas de la Covid-19, “no necesariamente aprobadas por FDA, capaces de escalar hasta un mínimo de 10 mil - 20 mil pruebas diarias, reservando las pruebas RT-PCT para protección de todo el personal hospitalario y desambiguación cuando existan casos que lo requieran”.
Hago un llamado al gobierno y al sector privado para crear una Asociación Pública Privada para la producción y aplicación de estas pruebas en Panamá.
Hagamos contacto con estos centros de investigación en Estados Unidos o con nuestros vecinos costarricenses, para realizar un joint venture ambicioso, que nos permita en cuestión de meses volver a una normalidad aceptable, con las empresas trabajando, empleos reestablecidos, niños y jóvenes escolarizándose y una población nuevamente compartiendo y sin temor.
¡Seamos audaces y visionarios en la lucha contra la pandemia!
El autor es exrepresentante de OPS/OMS en Panamá y especialista en salud pública
