En países donde se ha logrado un porcentaje muy alto de vacunación, se empieza a ver la “luz al final del túnel”. Sin embargo, hay una inquietante preocupación con el surgimiento de las variantes del virus, que en opinión de muchos pudieran producir nuevas olas pandémicas o impactar el beneficio de la vacunación en general. Por ello, creo importante revisar un poco lo que sabemos de las variantes y contestar algunas preguntas esenciales.
Recientemente, la OMS modificó la nomenclatura de las variantes del SARS-CoV-2 y ahora se identifican con letras griegas. Por ejemplo, la variante que se originó en el Reino Unido ahora se conoce como Alfa y la que fue originalmente reportada en India ahora se conoce como Delta. De hecho, según sus características, las variantes se clasifican en dos grupos principales: las variante de preocupación o VOC, por sus siglas en inglés, y las variantes de interés o VOI. Las variantes de preocupación deben tener evidencia de mayor transmisibilidad o virulencia, o impactar negativamente la efectividad de las medidas como vacunas, tratamientos, pruebas diagnósticas o intervenciones de salud pública que se emplean para combatirla. Por su parte, las variantes de interés generalmente se asocian con un brote en una región o país, sin que se haya demostrado que posean las características negativas de las VOC.
En estos momentos, la variante que acapara la atención de las autoridades en Europa y Estados Unidos es la variante Delta. Ésta ha demostrado en los estudios iniciales una mayor capacidad para transmitirse y, aunque en forma modesta, puede disminuir la efectividad de las vacunas. En Escocia, por ejemplo, ha sustituido rápidamente a la variante Alfa, y se ha asociado a un aumento relativo en el número de casos en jóvenes y niños. Y esto es más sobresaliente si tomamos en cuenta que la Alfa ya era más transmisible que las anteriores y la Delta la ha sustituido sin dificultad.
¿Por qué surgen estas variantes?
Los coronavirus, a medida que se multiplican en una persona infectada, van desarrollando cambios en su material genético y en su estructura.
Muchos de estos cambios no confieren beneficio al virus; sin embargo, algunas de estas modificaciones le ayudan a replicarse mejor, a infectar más ávidamente las células humanas o a evadir las defensas del sistema inmunológico. Una vez que un virus desarrolla estás características ventajosas, puede rápidamente sustituir a las cepas o variantes anteriores por simple selección natural o “supervivencia del mejor adaptado”. Si en un país o región hay muchos casos, por simple azar, pueden surgir estas variantes y luego diseminarse a otras regiones.
¿Cómo puede evitarse el surgimiento de estas variantes? Lo más importante que podemos hacer es disminuir la transmisión del virus. Si no hay muchos virus circulando, las probabilidades de que surja una variante disminuyen. ¿Cómo se logra disminuir la transmisión? En primer lugar, es necesario vacunar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible y con las vacunas más efectivas que se puedan obtener. En algunos países donde se han utilizado vacunas cuya efectividad es menor, no se ha tenido tanto éxito controlando la pandemia y evitando el surgimiento de estas variantes. Por supuesto, las medidas no farmacológicas, como el uso de la mascarilla, mejorar la ventilación de lugares cerrados y el distanciamiento social, son importantes también.
Hasta el momento, las vacunas basadas en mRNA, como la de Pfizer, mantienen una adecuada efectividad contras todas estas variantes. Otras vacunas también protegen, pero su nivel de protección no es tan alto. Sin embargo, ¿qué ocurriría si surge una variante para la cual las vacunas no confieren suficiente protección? Con la tecnología actual, es posible reformular la vacuna rápidamente para que induzca, en la persona vacunada, la producción de anticuerpos específicos contra estas variantes. Sin embargo, en este caso sería necesario realizar algunos estudios para avalar la seguridad y eficacia de estas nuevas vacunas, antes de utilizarlas ampliamente. Es también posible que una dosis de refuerzo de las vacunas originales (es decir, una tercera dosis) ayude a aumentar la protección contras estas variantes. Esto último se está investigando activamente y sería una solución relativamente rápida.
En Panamá, el Instituto Gorgas está monitoreando la aparición de estas variantes, no sólo en los viajeros que ingresan al país, sino en las personas que adquieren la infección localmente. El instituto ha identificado la circulación y presencia de algunas de las variantes de preocupación e incluso otras que han sido descubiertas sólo en nuestro país. Es esencial que este trabajo reciba el adecuado apoyo económico por parte del Gobierno.
¿Cuál será el final de esta historia de las variantes? Es muy difícil predecirlo. El consenso de los científicos coincide que proteger a la población con las vacunas, no relajar las medidas preventivas demasiado rápido y empezar a trabajar en dosis de refuerzos permitirá que no se apague la “luz al final del túnel”.
El autor es médico, especialista en enfermedades infecciosas


