Arturo Rebollón
Es molesto leer y oír cómo gente con ínfulas de docta, esgrime argumentos malintencionados y se esfuerza por hacer potable el trago de purgante amargo para el pueblo panameño, llamado Equiparación de contrato de Panama Ports. Pero mucho más molesto es si estos argumentos provienen de una persona que una vez ocupó, aunque haya sido por accidente, la máxima magistratura del país. ¡Los panameños merecemos respeto!
Los ciudadanos pensantes nos sentimos insultados al escuchar a prominentes abogados de parte interesada enarbolar, como si fueran verdades justas escritas en piedra, unos argumentos inspirados sólo por la gula del vil metal, con los cuales se pretende justificar un exabrupto y flagrante dolo al pueblo panameño, pues admitir públicamente la vileza que se participó en una licitación pública con la aviesa intención de que pasados tres años, podrían negociar el desconocimiento de los términos de compromiso adquirido, confiando en la complicidad de funcionarios venales de turno, burlándose de todo un país.
La confesión pública de esta conducta bien podría hacer que el defensor del Pueblo y la Procuraduría de la Administración inicien de oficio una investigación seria. Pues a la vista puede haber delitos tales como: colusión, asociación ilícita para delinquir, violación de la obligatoriedad de la transparencia en licitaciones públicas y más. Esto deja claro, una vez más, la improvisación, mala intención y deshonestidad de quienes nos representan como negociadores de contratos, que firman a nombre del Estado y en nombre de los ciudadanos de este país, e intencionalmente dejan en ellos sembradas semillas de corrupción y portillos para posteriormente negociar el darle la vuelta a la ley.
Un día llegará en que podremos tener funcionarios confiables, que defiendan con celo los intereses del país y sus ciudadanos, y no interpreten este privilegio como una licencia para servirse del país.
Podrán comprar conciencias, sobornar funcionarios, ¡pero jamás convencer a este pueblo de que es bueno que nos estafen! La sabiduría popular menospreciada tiene como dogma un viejo dicho que reza: Más vale pájaro en mano, que cien volando y no cree en esas falsas promesas de miles de empleos y miles de millones (para otros), que lo más probable es que sean tan vanas como los compromisos que pretenden incumplir.
Si lograren modificar el contrato en detrimento del pueblo panameño, con el apoyo de los funcionarios que se han tornado en defensores a ultranza, que a veces cuesta trabajo diferenciar entre ellos y los defensores asalariados, flaco favor se harían, pues darían argumentos a la oposición a este gobierno para combatirlo y lograr un descrédito tal, que dé al traste con las intenciones reeleccionistas.
En este mar de escaseces, desempleo, contenciones de gastos públicos para los tontos, vendrán cosas peores si no nos oponemos con firmeza, pues se nos avecina un alud de reclamos similares por los otros operadores portuarios y quién sabe qué otras compañías más, quienes a pesar de las ventajas que les han permitido hacer pingües ganancias, parecen ser insaciables y pretenden más exoneraciones y créditos, succionando los pocos recursos disponibles para dar respuestas al pueblo panameño.
Cualquier similitud con la conducta despiadada y animal de buitres carroñeros que se abalanzan sobre una presa malherida, es mera coincidencia.
