Se acercan las elecciones presidenciales en Venezuela, país al que le tengo especial cariño sobre todo porque tengo dos queridas nietas venezolanas que me producen mucho orgullo.
Venezuela fue por muchísimos años el ejemplo democrático de América. Bipartidismo ideológico, integración de la guerrilla al sistema político, libertad absoluta de prensa, democracia electoral casi perfecta, líderes políticos de lujo de lado y lado, la Doctrina Bethancourt y… para qué seguir.
Venezuela también fue ejemplo de cómo se destruye una democracia. Políticos corruptos e impunes de lado y lado, polarización económica y social inaceptable para un país rico en petróleo, frustración de la población excluida, partidos carcomidos por la corrupción y el clientelismo vulgar.
…y de pronto, aparece un militar golpista. Fracasa y se le encarcela, consolidándolo como víctima del corrupto sistema. Sale de la cárcel y, como es loco, atrevido, de buen verbo y se parece y habla como el venezolano excluido… gana elecciones una y otra vez, mientras los partidos tradicionales desaparecen.
Hoy, luego de ocho años en el poder y un ingreso petrolero extraordinario, no se ha producido un cambio dramático socio-económico tal como podría haberse esperado. Su petro-diplomacia ha sido agresiva con ambiciones bolivarianas internacionales.
Se tomó para sí el eslogan democracia participativa, dándole mal nombre a una teoría correcta para el momento histórico.
La gran pregunta hoy es ¿es Venezuela una democracia? Además, ¿serán la elecciones legítima expresión de la soberanía popular… una pantomima para mantener una semblanza de legitimidad internacional?
Pareciera que ya Venezuela no se puede considerar una democracia. Alguien tildó el sistema imperante como un régimen autocrático electoral; esto es así porque el Presidente tiene control absoluto de la institución electoral y sus procesos. No existe la separación de poderes. Ya la Corte Suprema, la Procuraduría, el Consejo Nacional Electoral y la Defensoría del Pueblo se han convertido en simples extensiones del Poder Ejecutivo. No hay protección legal de los derechos políticos de la ciudadanía. Los que votaron contra el gobierno en la última Consulta Popular salieron en listas y son sometidos a atropellos constantes. Los medios están bajo constante amenaza y la política del régimen es de usar las formales instituciones democráticas para perpetuar un poder autocrático.
A pesar de eso, los de la fraccionada oposición –en la que los casi desaparecidos partidos tradicionales son carga– han logrado ponerse de acuerdo y, usando la medida de encuestas de popularidad de los precandidatos, han renunciado casi todos a favor de uno –Rosales– quien hará la desigual pelea electoral. Dirige la campaña de la oposición el respetado político de izquierda, Teodoro Petkoff.
A pesar de que luego de esta elección la propia Constitución chavista prohíbe otra reelección, el Presidente ha dicho que llamará a un referéndum para que se permitan todas las reelecciones que quiera…¡vaya democracia!
Ya Chávez, con su apoyo, acabó con las aspiraciones presidenciales de izquierda en Perú y México. Ambos candidatos estaban muy por arriba en las encuestas hasta que Chávez les dio el beso de la muerte.
¿Y en Venezuela? Es que la "democracia" venezolana de hoy… ¡es otra cosa!
