Luis Espósito Picardi Adentrémonos en el mundo subjetivo de los economistas y sus entrecomilladas descripciones de fórmulas y enunciados.
¿Tienen acaso las personas poco versadas el derecho a saber qué significan: mercado pertinente, posición monopolística, práctica monopolística absoluta, libre concurrencia, prácticas monopolísticas relativas ilícitas, nulidad absoluta de cláusulas abusivas, etc., etc.?
Si el resultado aplicado de toda esta exuberante fraseología ha disminuido el acoso al que está sometido el consumidor cuyo agobiante destino se refleja en las preocupantes cifras que tanto la OIT como el FMI hacen del conocimiento público, además de los señalamientos sobre flujos económicos desiguales en la regiones del mundo con sus innegables signos de pobreza y acuciante miseria, ¿qué explicación se da a que el inversionista gasolinero nacional que implora que el consumidor no sea esquilmado, esté sometido a una sucesiva política de exclusión?
Recientemente la empresa Texaco (refinadora), mediante la cláusula contractual No. 26, solicitó el cese de operaciones de refinación de crudo y dio a conocer su intención de convertirse en un centro de acopio y distribución de refinados; esa determinación de Refinería y aceptación de parte del Estado panameño ha motivado reflexiones tales como que el mercado de derivados de petróleos va a funcionar bajo normas de competitividad y que el consumidor sería el beneficiado porque entrarían en el mercado nuevos agentes económicos con el énfasis de competir en abastecimiento, calidad y precios.
¡Cuánta retórica y falacias en esas argumentaciones! No faltan los suicidas del pensamiento lógico.
En este reducido mercado nuestro, cinco compañías petroleras son percibidas (solo para quienes no quieren verlo) como un oligopolio; sus precios de venta de los diferentes derivados solo varían, entre una y otra compañía, en milésimos de centavos la gran mayoría de las veces.
A quienes quieren analizar las expectativas de este nuevo entorno sin contrato ley de protección de Refinería, se les dice que hay supuestos otros agentes económicos que entrarían al mercado, y el consumidor se pregunta: ¿vienen a competir con sus colegas petroleros y a rebajar la gasolina los nuevos agentes económicos? Sueños, sueños son la libre oferta y demanda, la fuerza de mercado tan cacareada por los gendarmes de la economía mundial, desde el año 1992 hasta la fecha, aquí en Panamá y en este específico rubro no ha dado resultado y, ahora, por el solo hecho de que Refinería cesa en su actividad principal y se convierte en acopiadora y distribuidora se va a cumplir el milagro de la competitividad. ¡Cuánta imaginación! La lógica comercial más infantil indica que cualquier inversionista de alto, mediano o bajo nivel, busca un atractivo rendimiento a su inversión y, claro que si el Estado no regula, es obvio que los oligopolios o monopolios llegarán a obtener ganancias astronómicas a expensa de todos. Sabemos que es así, pero no corregimos.
Es extraño que existan elementos humanos pensantes que defienden la libre oferta y demanda cuando han sido incapaces de eliminar las distorsiones que ese enunciado produce. ¿Quién es capaz de señalar que hay libre oferta en hidrocarburos?
Algunas notas periodísticas nos ponen a reflexionar sobre el tema. Veamos, por ejemplo, Globalización ha tenido efectos inesperados en el mundo desigual: La Prensa, 6 de marzo de 2002.
Claude Smadj, principal consejero del Foro Económico Mundial, dice que hace falta el papel regulador de los Estados. Este especialista en cuestiones de economía libre y globalización dijo que nos estamos dando cuenta de que este tipo de hipótesis debe corregirse y que la globalización debe dar más resultado para más gente. Así mismo, el premio Nobel de economía 2001, Joseph Stiglitz, ver La Prensa 16 de abril de 2002, dice sobre la globalización: Hay que comprender por qué y cómo las reglas del juego no son equitativas, son injustas porque han sido escritas por dictado de los intereses económicos financieros de las multinacionales.
En Panamá no habrá rebaja de los derivados del petróleo solamente porque otros agentes económicos (que quede claro que ninguno de ellos así lo ha declarado) entran al mercado. Si no se regula ahora, se tendrá que regular en el futuro; no hay la menor duda de que el apetito insaciable de las grandes compañías petroleras y el laisser faire de nuestros gobernantes incrementará el precio de los derivados. Quienes manifiestan su apoyo a la ya dada desregulación petrolera, ¿por qué no manifiestan con igual convencimiento la impúdica, nefasta y brutal competencia que ejercen sobre los inversionistas gasolineros panameños las compañías petroleras que además de ser mayoristas manejan estaciones de servicio a nivel minorista? Solamente saben decir que hay distorsiones.
El cuestionado contrato con Refinería ha perdido vigencia; ahora es el momento justo de enmendar errores, no permitiendo una renovación de un oligopolio, y hay que cercenar de cabeza la injusta práctica de permitir el ejercicio al por menor de las compañías petroleras transnacionales, permitiendo en un nuevo marco legal solo concesión de mayorista a quien así aplica y no la doble función de mayoristas y minoristas, eso es si se quiere proteger verdaderamente al consumidor. No hay salida, hay que regular. Sin regulación se perpetúan los maquiavélicos abusos y las disculpas tardías.
