Recuerdo cuando cursaba estudios de Perito Mercantil en la Escuela Comercial, situada durante muchos años frente a la Iglesia de La Merced, donde sus propietarios, entre ellos su director apellido Retailly, me tomó mucho aprecio y para unas fiestas patrias de noviembre de 1947, me escogió para llevarle el pabellón nacional en representación del Colegio.
Al recorrerlo con honor, finalice el mismo agotado, y entre los curiosos espectadores me decían: ¿puede o no puede?
Y yo con la rebeldía innata les contestaba: ¡Claro que puedo y más que tú! En esa estaba cuando me pico la vena del patriotismo, y en diciembre de ese año me involucré anónimamente contra la presencia militarista estadounidense en todo nuestro territorio nacional.
Eran más de 100 bases, y se rechazó como sociedad organizada los acuerdos entre el gobierno oligárquico y los gringos. Uno de los heridos de esa jornada, fue el joven estudiante Sebastián Tapia, casi herido de muerte, quien quedó inválido.
La Universidad de Panamá funcionaba en el Instituto Nacional, y el joven Secundino Torres Gudiño fue uno de los líderes de ese movimiento antiimperialista, y fue perseguido por el gobierno del presidente Enrique Jiménez, y su ministro de Gobierno y Justicia, Francisco Filós, se atrevió a ingresar a las escalinatas del Instituto Nacional, con una media docena de policías armados con el objetivo de arrestar a Secundino.
Este era estudiante universitario, y cursaba sus últimos años de Derecho, pero el rector Octavio Méndez Pereira les salió al paso, le respondió al ministro Filós y sus policías: ¡Ustedes no van a pasar, aquí se respeta la autonomía universitaria!
Con un ademán de la mano derecha, les dijo ¡Háganme el favor de retirarse!
Fui testigo de esa situación, y el ministro de marras, defensor de la presencia militarista, tuvo que aceptar la palabra del rector y llevarse el mensaje que si moría el joven Tapia, o algún otro, se caería el gobierno.
Debo afirmar, entonces, Secundino se convirtió desde ese momento en mi amigo, reconociendo en él a un patriota.
El autor es abogado y periodista