Todos tenemos una misión. Ser parte de algo e influir de forma positiva en algo o alguien.
El pasado 15 de enero, se cumplieron 7 años de la primera reunión que marcó el inicio de lo que sería mi forma de hacer algo positivo por mi país: Panamá, y las próximas generaciones, algo así como mi legado para el futuro.
Todo comenzó en una reunión de la Cámara de Comercio e Industrias de Panamá (CCIP), un gremio liderado por hombres, pero dirigido por presidentes que han entendido, respetado y valorado el rol trascendental de nosotras las mujeres, asignándonos puestos de liderazgo no solo en su propia Junta Directiva, sino en su equipo asesor.
El 12 de diciembre de 2013, el entonces presidente de la CCIP: José Luis Ford (q.e.pd.) aceptó la propuesta de 4 mujeres para conformar una Comisión Contra la Falsificación, el Contrabando y la Piratería. Nos dio su voto de confianza, su apoyo, tanto personal como de infraestructura y nos permitió convertir nuestro sueño en una realidad.
A esas 4 mujeres nos unía el respeto a la propiedad privada, la preocupación por la seguridad, la salud y una clara característica en común: soñar y creer que se puede hacer la diferencia a través de la educación y el diálogo. Cuatro mujeres que representábamos a empresas distintas del comercio en Panamá: la industria de tabaco, los medios de comunicación, la industria farmacéutica y yo: la abogada; así surgió de aquella mesa de sueños: La Comisión contra el Comercio Ilícito, con la visión de convertirnos en un ente replicador de buenas prácticas en la detección y prevención de Contrabando, Falsificación y Piratería. Nuestra misión: Trabajar en coordinación con Gobierno y Ciudadanía, para combatir el comercio ilícito en Panamá.
La primera reunión formal de dicha Comisión se realizó el 15 de enero de 2014. A las cuatro nos preocupaba ver nuestro país, sumido en noticias de aumento de contrabando, de uso del país como tránsito de mercancía falsificada, de autoridades, funcionarios, periodistas, empresarios, usuarios y consumidores que no veían nada mayormente grave en adquirir productos de este tipo y que, incluso, expresaban públicamente frases como “al menos está trabajando ese muchacho que vende CD pirateados en el semáforo” o, “la camiseta falsificada de la selección es mucho más barata en la calle y no afecta a nadie que yo me ahorre ese dinero del almacén X” o, “el aumento de impuestos es lo que hará que disminuya el consumo de cigarrillos”.
Aquella Comisión conformada por solo cuatro mujeres, no tardó en agrupar a representantes de más de diez empresas insignes de diversos sectores (calzado, ropa, artículos de uso y aseo personal, medicamentos, dispositivos médicos, bebidas y logística) sino que además, hoy 7 años después, cuenta con el apoyo y participación activa de gremios tan importantes como la Cámara Americana (PANAMCHAM), Cámara Franco Panameña, Cámara Alemana (AHK), Cámara Británica, Cámara Holandesa, Asociación de Ejecutivos de Empresa (APEDE), Business Alliance Software for Secure Commerce (BASC), Crime Stoper, Federación Centroamericana de Laboratorios Farmacéuticos (FEDEFARMA) y la Cámara de Comercio de Colón, representadas por hombres y mujeres que tenemos en común el deseo de contribuir a hacer de Panamá un país con menor contrabando, falsificación y piratería, convirtiéndonos así en la Alianza contra el comercio ilícito (ACCI).
Siete años después de aquel sueño, veo con satisfacción y orgullo el camino recorrido. ACCI ha crecido, ha madurado, hemos calado en la conciencia de la ciudadanía y del gobierno. Hoy el tema del comercio ilícito no es un tema ajeno. Hoy se reconoce que comercio ilícito es un delito precedente al lavado de activos y blanqueo de capitales. Hoy se acepta que hay un vínculo directo entre pandillas, aumento de inseguridad, contrabando y falsificación. Hoy se comprende que hablar de proteger la salud es también evitar el contrabando y la falsificación, porque adquirir y comercializar productos de este tipo puede provocar daños a la salud.
Falta mucho aún, hay todavía mucho más que se puede hacer, pero faltan recursos porque el monstruo que está detrás del contrabando, la piratería y la falsificación tiene muchísimos tentáculos, es muy grande y cada día se supera más, crea canales distintos: el comercio electrónico, los correos aéreos, las redes sociales son una nueva forma de hacer negocios también para el comercio ilícito. A pesar de ello, tengo esperanzas de un futuro mejor, porque soy testigo de grandes cambios en mi país. Veo universidades y entidades gubernamentales organizando conferencias; colegios impartiendo seminario; personal administrativo y funcionarios asistiendo a cursos, reteniendo mercancía, iniciando procesos, realizando investigaciones, modificando leyes. Soy testigo de periodistas, consumidores y usuarios comprometidos, educándose, difundiendo el tema. En fin, soy testigo de que en Panamá las personas han entendido la importancia de unir esfuerzos y luchar, no solo como país, sino a través de alianzas publico-privadas, e incluso junto a otros países contra el comercio ilícito.
Hoy, me permito mirar hacia atrás con orgullo y mirar al futuro con optimismo y me digo a mi misma: ¡misión cumplida! ¡Solo tenemos que proponemos algo, buscar la oportunidad, ponerle corazón, esfuerzo y dedicación, y lograremos hacer realidad nuestros sueños!
La autora es abogada